Podcast: Las series de mi infancia

Mi aventura de escribir: Podcast. Las series de mi infancia.

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Tenía pensado hacer el podcast sobre algo relacionado con mis novelas o algo nuevo de la nueva novela…

No sé, la verdad. Pero, luego pensé… Mejor no.

Mientras pensaba de que demonios hacer el podcast vi un twit con el hastag #Tuiteacomoenlos80. Y me he acordado, mirando esos twits, de un montón de series que veía y disfrutaba de pequeña y lo mucho que eso acabó influyendo en mi escritura a lo largo de mi vida.

Y si, esa serie de dibus que veía de pequeña con cinco, con siete, con doce años influyó en mi manera de escribir, en mi manera de crear tramas, en mi manera de pensar y planear una historia. Todo influye.

Así que cuando veía los Pitufos (si, ríete) podías ver una serie de pequeños seres que vivían juntos y haciéndole la vida imposible al único humano que había en las cercanías o podías ver una raza mágica que vivía junta (y todos tíos, explicadme como leñes se supone que se reproducen) y veías también al primer malo de tu vida. Gargamel.

Ahí te enseñaban que los cuentos tenían malos… que, a veces, se quedaban muy cerca de ganar.

De ese calibre había varias por esa época, como los Snorkel o Los diminutos. Por cierto, me encantaban Los Diminutos. Su malo era un humano adulto obsesionado con su captura hasta el punto de estar a punto de herir al niño prota, Quique. Claro que lo que molaba de esa serie eran las manualidades que te enseñaban al final, la verdad. Y el universo en miniatura y el uso de cosas cotidianas para crear muebles y decoración en el mundo de los Diminutos.

Era maravilloso.

Otra que ayudó mucho fue Dragones y Mazmorras, serie que acabó siendo una leyenda y muy querida para mí. Ojo, juegos de rol, cosplay… la serie perfecta para un friki. Claro que en ese momento de todo eso ni idea, la verdad.

Pero su trama era toda una introducción a la fantasía. Un grupo de chicos que va a una feria se monta en una atracción y acaban en un mundo paralelo en el que acaban encerrados hasta que ayuden a derrotar al malo.

Genial.

También vi el otro día por Twitter la intro de Ulises 31, la serie que te enseñaba lo chula que podía ser la mitología y la ciencia ficción cuando las juntabas.

Porque, a fin de cuentas, Ulises 31 te cuenta los viajes de Ulises de la Ilíada pero en el espacio. Tengo que volver a verla porque no recuerdo que hizo Ulises para cabrear a los dioses ni recuerdo si llegue a ver el final, la verdad. Hace tanto tiempo y en esa época no era raro que la televisión comprara un puñado de capítulos y no se molestara en comprar el resto aunque tuviera éxito.

Sherlock Holmes, versión perruna y de anime me llevó de cabeza a buscar las novelas del detective y leérmelas todas. Si, no era el mismo Sherlock pero lo básico, lo que me enamoró del personaje, si lo era y eso fue suficiente.

Y otra novela… Dartacan y los tres mosqueperros. Superpequeña en esa época pero acabé tan pero tan enamorada (con cinco o seis años, si los tenía) de la historia y de los ideales de los mosqueperros y de los personajes que busqué la novela cuando tuve edad para leerla. Y, cuando pude encontrar una más completa y no la versión adolescente y recortada al máximo, también lo hice. Y sigue siendo mi novela de cabecera cada vez que echo de menos lo bonito que era tener ideales y un código de honor.

O tener honor en general.

Ya hablé en su momento de Saint Seiya y todo lo que me llevo a la mitología y a sus historias.

El anime que se veía sin freno ni control durante los noventa fueron las historias que devore en mi adolescencia.

Cowboy Bebop, la cual es para mi una de las series de anime más perfectas de la historia. Ever. Hablando de tramas, personajes e historias bien hechas, bien contadas y mejor dibujadas.

Hay muchas más. Solo estoy nombrando las de dibujos y no las otras en las que podría contar desde el Equipo A a Falcon Crest, Hotel, Canción Triste de Hill Street, Luz de Luna, Juzgado de guardia, el Coche fantástico… no sé, tantas…

Todas esas también me enseñaron e influenciaron en mi manera de escribir, de crear. Influyeron en mi fantasía, en mi imaginación.

Ahora puedes enviarme un mensaje de voz al podcast. ¡No te lo pierdas!

Podcast: Las series de mi infancia

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¿A quién vas a llamar?

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En 1984 el mundo del cine nos dio a todos una sorpresa al regalarnos a Los cazafantasmas.

Esta película, idea de los actores/guionistas/directores Dan Aykroyd y Harold Ramis era algo tan improbable como maravillosa.

Aykroyd y Ramis hicieron el guion con colaboración de Rick Moranis, quien improvisó la gran mayoría de sus diálogos al interpretar a Louis Tully, el vecino plasta de Dana Barrett.

La película, protagonizada por Bill Murray, Dan Aykroyd, Harold Ramis, Sigourney Weaver y Ernie Hudson cuenta la historia de tres científicos de poca monta que viven de las subvenciones de la universidad y que se han tropezado por casualidad con un fantasma en una biblioteca.

Tras ese encuentro, y después de que les expulsaran de la universidad, deciden unir sus conocimientos para crear un equipamiento que les permitiría capturar y almacenar a los fantasmas.

Inesperadamente, el negocio funciona y se hacen famosos. Tanto que no dan abasto con el trabajo y tienen que contratar ayuda.

Mientras tanto, Peter (el personaje de Bill Murray) intenta solucionar el problema (y a la vez ligarse) de Dana Barrett, quien fue su primer cliente y a la que una criatura con forma de perro la atacó en su casa.

Con semejante premisa acabamos disfrutando de una película mezcla de comedia, terror y aventuras con un toque absurdo que fue un verdadero éxito.

Si quieres un análisis más detallado y cien mil detalles curiosos, puedes escuchar el podcast de Nakatomi Radio, que es simplemente maravilloso y muy disfrutable.

Lo que si te puedo decir es que la película hizo que quisiera ser cazafantasma (por supuesto), que me interesara lo paranormal, las leyendas urbanas, los fantasmas, los libros extraños y la investigación, algo que luego he usado mucho en la creación de mis historias.

Es una película que hoy en día, más de treinta años después, sigo viendo, sigo disfrutando y sigo recitando los diálogos porque me los sé de memoria.

Y es una película que enseña mucho sobre creación de personajes, de mundos, de mezclar lo real con la ficción sin que rechine. Porque en ese 1984 se creó un número de teléfono para llamar a los Cazafantasmas y las líneas se saturaron de llamadas.

Por cierto, mañana es el día del libro, nuestra fiesta y lo voy a celebrar contigo poniendo mis novelas Jack T.R. y Kamelot 2.0 gratis en Amazon y el resto al 50%. 

¡No te lo pierdas!