Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 8 y final.

Relato: Luna llena en Memphis.

Capítulo 8 y final.

luna

 

Astrid aparcó el coche en un descampado a las afueras de la ciudad, lo suficientemente apartado de todo como para que nadie pudiera ser testigo de lo que iba a ocurrir.

Mucho mejor así, pensó mientras escondía un cuchillo en su bota.

Presumiblemente, le quitarían sus armas al llegar, así que no estaba de más intentar colar alguna a la fiesta.

En el solar había un edificio en ruinas. Era una antigua fábrica, por lo que parecía. Tenia el tejado completamente destrozado, las pocas ventanas que quedaban no tenían cristales y los muros estaban cubiertos de maleza y pintadas. El suelo era un barrizal, a causa de la humedad en el ambiente.

Iba a ensuciarse las botas nuevas.

Entró al edificio con cautela. El lugar estaba completamente vacío, ningún mueble o cualquier cosa que indicara que estuviera siendo usado. Debía ser uno de esos edificios que La Orden utilizaba para esconder mercancía.

No tardó en encontrar lo que buscaba. La arpía mantenía al chico en el centro del lugar, esposado y con una pistola apuntándole a la cabeza.

No había rastro de Bauman.

–  ¿Dónde está Bauman? – preguntó, molesta. No había venido a discutir con una subordinada. Ya estaba harta de jugar al gato y el ratón con esa sanguijuela.

–  Justo detrás de ti, querida.

Astrid maldijo en voz baja, sintiendo el frío acero del cañón de una pistola apuntándole por la espalda. No le había escuchado venir. Eso le pasaba por distraerse.

–  No sé cómo se me ha pasado el pestazo a mierda cuando te has acercado, la verdad. – repuso. Bauman le golpeó con la culata del arma en la espalda, haciéndola caer de rodillas.

–  Muy graciosa. Vamos a terminar con esto de una vez, que ya estoy cansado de tus continuas interferencias, gorgona. Primero… – Bauman tiró de su brazo, haciéndola girar para rociarle la cara con un spray.

El liquido cayó en los ojos de Astrid, provocándole tal dolor que fue incapaz de aguantar los gritos. Cuando intentó abrir los ojos, veía borroso y el dolor le obligaba a volver a cerrarlos. No tenía idea de que era lo que le había echado pero estaba haciéndole mucho daño.

–  ¡Hijo de puta! – gritó. El otro soltó una carcajada.

–  Así me aseguro de que no acabo convertido en piedra. – se burló Bauman, empezando a golpearla sin piedad. – Ahora empieza lo divertido.

Alec observaba impotente como el cazador le daba la paliza de su vida a su compañera. Forcejeó con las esposas, pero la arpía le golpeó haciéndole caer.

–  ¡Quédate quieto y disfruta del espectáculo! Vas a ser el siguiente.

El chico gruñó y alzó la mirada para ver que el cazador estaba dispuesto a acabar con su amiga. Dolph tenia una de sus dagas en la mano, alzándola peligrosamente contra la chica.

–  Por fin voy a librarme de ti, engendro.

–  ¡No!

Cuando el cuchillo estaba a punto de tocar la carne de la chica, alguien pasó a toda velocidad y empujó al cazador, alejándolo de su víctima. Ambar, que era quien había empujado a Dolph, aprovechó que estaba aturdido para atacar a la arpía. Lilith saltó hacia ella para atacarla.

Antes de que la criatura pudiera emitir ningún sonido, la loba le rasgó la garganta con las garras, dejándola, desangrándose en el suelo. Luego se dirigió hacia Bauman, al que cogió del cuello y lo arrastró hacia la gorgona que se había sentado en el suelo.

–  Nosotras vamos a librarnos de ti, por fin. Abre los ojos, Astrid. – ordenó la loba.

Astrid obedeció con gran esfuerzo, ya que le seguían doliendo a causa del líquido. Sin embargo y a pesar del dolor, la gorgona sonrió al ver a su enemigo frente a ella.

O mas bien, intuirlo, porque seguía viendo borroso todo. Borroso y oscuro. Pero no importó. Él estaba ahí, era todo lo que necesitaba. Concentró todo su poder y escuchó con satisfacción como se iba convirtiendo en piedra.

Dejó la cabeza para el final, permitiéndole verla y escucharla por ultima vez. Era una muerte más dulce de lo que tenia pensado para él pero no estaba en posición de ponerse exquisita con el tema.

–  Esto es por mis padres y hermanas, desgraciado. Ya no volverás a hacer daño a nadie más.

Cuando ya estuvo convertido completamente en piedra, Ambar lo redujo a polvo de un puñetazo. No era tan satisfactorio como si lo hubiera matado ella pero al menos su familia estaba vengada y ella ahora podría volver a su vida y sus estudios.

–  Gracias. – la loba se encogió de hombros, ayudándola a levantarse.

–  Matarlo no iba a devolverme a mi familia, igualmente. Nada lo hará. Pero me sentiré más tranquila ahora que sé que no está.

–  Tienes razón. Y sienta tan bien…

–  ¡Ey! ¿Podéis alguna de las dos quitarme estas esposas? – chilló Alec. Ambar rio y se acercó hasta él, rompiendo la cadena de las esposas, liberándolo. – ¡Gracias! ¡Ya era hora!

El chico se acercó rápidamente a su compañera, que seguía sentada en el suelo e intentó ignorar los cascotes de piedra que antes fueran Bauman para agacharse a su lado.

–  ¿Estas bien? – le preguntó, observándola detenidamente. Tenía varios golpes en el rostro que ya empezaban a oscurecerse. No quería imaginar como estaría el resto del cuerpo. – Te ha dado una buena zurra.

–  ¡Ah, eso no ha sido nada! Dolerá un rato y mañana estaré bien. – Astrid hizo un gesto, restando importancia al asunto y se puso en pie con la ayuda del chico.

–  Vamos, iremos al motel y te compraré todos los perritos calientes del barrio para que te recuperes. – Ambar y Alec empezaron a andar, dirigiéndose a la salida pero se detuvieron a los pocos pasos al ver que Astrid no les seguía. – ¿Qué pasa? ¿No quieres volver al motel?

–  Si, eso estará bien… solo hay un problemita…

–  ¿Cuál?

–  Vas a tener que ayudarme a llegar allí porque no puedo ver nada.

El chico sintió un escalofrío recorriéndole de pies a cabeza. No estaba insinuando lo que él creía que estaba insinuando, ¿verdad?

–  ¿Cómo que no puedes ver?

–  No sé que tenia lo que me ha echado Bauman en los ojos pero no puedo ver. He perdido la vista.

 


¡Y se acabó por ahora! A ver si después del verano os puedo traer alguna aventura más de Astrid o no. Quizás la jubile.

¡Feliz verano!

 

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Resumen semanal: cuarta semana de julio.

Resumen semanal: del 22 al 26 de julio.

resumen

Lunes.

En el post de esta semana te hablo de una criatura mitológica que está muy de moda ahora mismo: Los unicornios. ¿Quieres saber algo más de ellos?

 

Miércoles.

Este miércoles te añado otro relato al contenido Patreon del blog: Dioses y demonios. ¡No te lo pierdas!

 

Jueves.

¡Nuevo capítulo del relato Luna llena en Memphis! Y penúltimo, también. Astrid descubre que Alec ha sido secuestrado. ¿Qué hará?

 

Viernes.

¡Por fin es viernes! Feliz viernes a todos y buen finde. ¡A disfrutar!

 

La semana que viene será la última que publique hasta que llegue septiembre. El blog y yo vamos a tomarnos unas breves vacaciones.

 

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Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 7.

Relato: Luna llena en Memphis.

Capítulo 7.

luna

–  ¡Esto es culpa mía! ¡Si le pasa algo…!

Ambar le dio un apretón reconfortante en el hombro sin dejar de mirar su Tablet. Entendía el miedo y la culpa de la otra mujer pero no podían permitirse perder el tiempo autocompadeciéndose.

No, si querían encontrar con vida a su compañero.

–  No creo que le mate. Lo está usando de escudo para detenerte, está claro. Tenemos que averiguar por qué necesita que estés lejos de él.

–  ¿A parte de para que no le mate?

–  A parte de eso, sí. Con salir de la ciudad tendría suficiente. ¿Por qué usarle a él de parapeto? No es su modo de actuar. Él no pierde el tiempo con esa clase de tonterías.

Lamentablemente, Astrid debía darle la razón. Bauman no era conocido por usar esa clase de trucos. Era más de atacar directamente. Estaba claro que trataba de desviar la atención de otra cosa. Probablemente, del trabajo que estaba haciendo allí.

–  Pues si… ¿Qué estás haciendo?

–  Usar una aplicación para encontrar mi móvil.

–  ¿El chico está en manos de un psicópata peligroso y una arpía y tú te pones a buscar tu móvil? – no sabía si estaba más sorprendida o indignada. La loba le dirigió una mirada de condescendencia.

–  El móvil estaba en el coche. Tú sabes, ese coche que se llevaron con el chico. – Astrid notó como le ardía el rostro de la vergüenza.

–  Sigue buscando. – gruñó.

Ambar sonrió y siguió mirando la pantalla de su Tablet. A los pocos minutos la aplicación le mostraba una ubicación en el mapa donde, aparentemente, estaría el coche y, en su interior, el teléfono móvil que afortunadamente no cogió cuando decidieron entrar en el hotel.

Con suerte, el chico no estaría muy lejos del vehículo, o eso esperaba.

Resultó que el coche estaba aparcado en los alrededores de las instalaciones de un Motel 8 que parecía haber vivido mejores años. Ambas mujeres se acercaron al coche que, como imaginaron, se encontraba vacío. El motor estaba helado, lo que indicaba que llevaba un buen rato ahí parado.

Astrid rebuscó entre las cosas del interior, por si encontraba alguna pista mientras la loba cogía su mochila con su teléfono dentro.

–  Voy a preguntar en la recepción del motel, por si han visto algo. – anunció Ambar. – Aunque no creo que estén por aquí. Lo siento.

–  No… lo encontraré. – afirmó la gorgona. – No va a poder esconderse de mi para siempre.

Cuando Ambar se fue y la dejó sola, Astrid bajó la visera del piloto, encontrando un papel doblado y enganchado a ella. Al levantar la mano del volante, pudo ver la flecha dibujada con rotulador que apuntaba hacia arriba, lo que le dio la pista.

Al abrir el papel y leer su contenido la rabia y preocupación que sentía se intensificó. Sin esperar a que la loba regresara, arrancó el coche y salió a toda velocidad del aparcamiento.

«Si quieres recuperar a tu amigo ven a la dirección que te indico, sola. Voy a terminar lo que empecé el día que acabé con tus monstruosa familia, engendro.»


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Resumen semanal: tercera semana de julio.

Resumen semanal: del 15 al 19 de julio.

resumen

 

Lunes.

Esta semana te cuento sobre Regreso al futuro, la película que influyó en la ciencia ficción y como planteamos los viajes en el tiempo.

Además, estrenamos nuestro Patreon. ¡Conviértete en mecenas y consigue contenidos exclusivos!

 

Jueves.

¡Capítulo 6 del relato Luna llena en Memphis! La trama se complica mientras los protagonistas se reorganizan y buscan a su enemigo.

¿Qué pasará?

 

Viernes.

¡Por fin es viernes! Se acaba la semana y al fin hay tiempo para leer y ponerse al día. ¿Y qué mejor que leerte los relatos que te ofrezco en mi Patreon?

¿O mis novelas en Amazon?

¡Ten buen finde!

 

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Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 6.

Relato: Luna llena en Memphis.

Capítulo 6.

luna

 

–  ¿Una arpía?

–  Tal como oyes, chico. Esa criatura puede romperte los tímpanos con uno solo de sus gritos.

Ambar aún se frotaba los oídos, dolorida.

–  No hace falta que lo jures. – gruñó.

Habían conseguido huir del motel y coger el coche y no pararon hasta que estuvieron seguros de no les estaban siguiendo. Se escondieron en un parque local, lo bastante alejado del centro como para no estar abarrotado pero aun lleno de familias.

Astrid no tardó en acercarse a un puesto de perritos a comprar su tercer desayuno. A veces parecía un hobbit. Ambar la siguió y las dos mujeres dejaron al vendedor muy sorprendido, con varios dólares de más y media docena de perritos y pretzel menos.

–  ¿No me has comprado nada? – bromeó el chico al ver aparecer a su amiga cargada de comida. Esta le dirigió una mirada torcida pero le ofreció uno de sus perritos con mostaza y cebolla. – ¡Gracias! ¿Y como nos deshacemos de la arpía?

–  No te voy a mentir. Lo tenemos complicado.

–  A parte de la voz, es muy fuerte. – añadió Ambar. – Nos va a costar detenerla si va detrás de nosotros, como parece. Y no tienen puntos débiles.

– ¿Puntos débiles?

– Como por ejemplo… a ella… – Astrid señaló a Ambar. – …le afecta la plata. No tanto como cuentan las leyendas, pero si lo suficiente como para provocarle quemaduras y dolor. – el chico asintió, entendiendo.

– Pero las arpías no tienen nada que las debilite.

–  Nop.

–  ¿Y las armas normales? Digo… las balas le harán algo, ¿verdad? – preguntó, acabando su comida.

–  Si y no. Le harán daño, claro. Pero no tanto como quisieras. Vas a necesitar tener muy buena puntería o meterle más de una en el cuerpo para detenerla.

–  Que bien.

Alec las observó comer en silencio. Su vida había dado un giro radical desde que acabara metido en todo ese lio pero no lo cambiaria por nada. Jamás se arrepentiría de haberse enterado de todo lo que se escondía a plena vista (la Comunidad, la magia, La Orden) y, desde luego, seguía queriendo ayudar a Astrid en su venganza. Sobre todo porque no quería dejarla sola. La conocía desde hacía poco pero la veía tan obsesionada que temía que la venganza acabara consumiéndola.

–  Está claro que la ha debido enviar Bauman. Si conseguimos averiguar de donde ha salido la arpía, podríamos encontrar a ese desgraciado.

–  ¡Me gusta como piensas! Un humano es fácil de esconder. ¿Una arpía? No tanto. ¡Vamos!

Resultó ser más fácil de lo que pensaron en un primer momento. No vivían arpías en Memphis y la llegada de una no pasó desapercibida para la Comunidad. La arpía en cuestión se llamaba Lilith Red y era originaria de Las Vegas. La Comunidad perdió contacto con ella tres años atrás en los que se presumía que empezó a trabajar para La Orden.

Ahora esas sospechas se habían confirmado.

La gente a la que preguntaron también les indicó dónde se estaba alojando. Un lujoso hotel en el centro. Nada discreto, pensó Astrid con amargura, pero era lo normal cuando se trataba de Bauman. Ese hombre nunca se escondía, realmente.

–  Alec, tú espera en el coche y vigila que no se escape nadie. – soltó la gorgona, para asombro del chico. – Nosotras vamos a entrar.

–  No estoy nada de acuerdo con ese plan.

–  Lastima que esto no sea una democracia. – se burló Astrid, saliendo del coche y dejando atrás a un enfurruñado Alec.

Las dos mujeres desaparecieron en el interior del hotel. Alec las vio marcharse desde el asiento del conductor, molesto.

Entendía que ellas fueran primero, ya que eran mucho más fuertes pero le dolía que le hubieran dejado atrás. Había sido policía y podía manejar una situación así.

Sin embargo, ahí estaba. Dejado atrás como una colilla.

–  Pues no pienso volver a comprarle un pretzel. – refunfuñó.

–  ¡Oh! ¿No es adorable? – la voz le pilló tan de sorpresa que saltó en el asiento y se golpeó la cabeza contra el techo del coche.

Al girarse se le heló la sangre en las venas. Sentado tras él y con una pistola apuntándole a la cabeza estaba Dolph Bauman.

¿Qué hacía ahí? ¿Cómo había llegado al coche?

–  ¿Qué cojones?

–  Veras, he visto que tu amiguita ha decidido entrar a buscarme, así que he salido porque me gusta no ser de piedra y seguir vivo. Pero para evitar que trate de seguir intentando matarme, voy a llevarte conmigo y usarte como escudo. ¿Qué te parece? – Alec tragó en seco. Estaba muy jodido.

–  Que no me gusta la idea.

–  Una lastima. ¿Lilith? – la arpía apareció de repente y abrió su puerta, empujándole al asiento del copiloto mientras ella se sentaba tras el volante. – Vamos a dar un paseo con el chico, gorrioncito.

–  Si, señor.


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Resumen semanal: segunda semana de julio

Resumen semanal: del 8 al 12 de julio.

 

resumen

 

Lunes.

Esta semana te hablo sobre la Ruta 666 y su leyenda urbana, muy conocida en Estados Unidos. ¿Qué sucesos sobrenaturales suceden en la misteriosa autopista? ¡Ven a averiguarlo!

 

Jueves.

¡Nuevo capítulo del relato Luna llena en Memphis! En este capítulo, nuestros protagonistas tendrán nuevos problemas y nuevos adversarios.

 

Viernes.

¡Por fin es viernes!

¡Feliz viernes y buen finde a todos!

Por cierto, el blog cerrara por vacaciones en agosto. Necesitamos un descanso para recopilar más post y más ideas.

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Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 5.

Relato: Luna llena en Memphis.

luna

Capítulo 5.

–  Esto se lo cuento a alguien y no me creería. Jamás.

Alec estaba pasando el momento más irreal (y divertido) de su vida desde que conociera a Astrid y había vivido algunos muy sorprendentes en ese corto periodo de tiempo.

¿Una gorgona y una loba enseñándose los colmillos e intentando matarse en la habitación de su motel con él en medio?

No, ese iba a ganar por goleada durante una larga temporada.

Después de huir de la policía, de alguna manera Ambar acabó siguiéndoles hasta el motel. Astrid, que no estaba para nada contenta con lo que había ocurrido, se lanzó a su cuello y ahí estaban, las dos gruñéndose y él intentando que no se mataran y destrozaran la habitación al mismo tiempo.

–  ¡Os advertí que os alejarais de mi presa! – gruñó la loba.

–  ¡Bauman es mío! – siseó Astrid.

–  ¿Podéis parar un segundo? ¡Deberíamos hablar civilizadamente! – intentó mediar Alec.

La única respuesta que consiguió fue un par de gruñidos y sendas miradas furibundas. Con un resoplido de exasperación, el chico alzó las manos al cielo y las abandonó, dirigiéndose al mini bar.

Necesitaba una cerveza.

Mientras, las dos mujeres parecían a punto de empezar a morderse.

–  Estáis siendo ridículas las dos. Y Bauman por ahí de parranda porque no sabéis compartir. Porque seguro que ya sabe que lo estáis buscando. — gruñó, dando un sorbo a su cerveza.

Eso consiguió que se detuvieran un momento, separándose aunque no dejaron de mirarse con recelo y molestia mal disimulada.

–  Ahora que habéis parado… – siguió Alec. – ¿Alguna idea de cómo poder encontrar de nuevo el rastro de Bauman y su gente? – Ambar se dejó caer en una de las camas, suspirando molesta.

–  La manada de aquí cree que se esconden en el puerto. Pero se han registrado ataques en toda la zona este y norte. Están cogiendo gente al azar y se los llevan para experimentar o ese es el rumor que circula. — Alec se estremeció. Nunca iba a acostumbrarse a oír esas declaraciones.

–  ¿Experimentando?

–  Si, eso es lo que dicen. Los que atrapan, no regresan o aparecen muertos y en terribles condiciones.

–  ¿Qué crees que es ese experimento? — preguntó el expolicía viendo como su compañera arrasaba con los aperitivos del mini bar. Eso iba a salir caro.

–  Nadie lo sabe pero creo que es un virus. He podido ver los informes del forense de los dos únicos cadáveres que han recuperado. Los cuerpos presentaban pinchazos en los brazos y su organismo mostraba signos de haber sufrido alguna enfermedad mortal. Sin embargo, ambos estaban sanos antes de desaparecer, según sus familiares.

–  ¿Cómo sabes tanto del tema? — la expresión de la chica se ensombreció.

–  Estudiaba medicina antes de que Bauman asesinara a mi familia.

Alec y Astrid intercambiaron una mirada y la gorgona refunfuñó algo por lo bajo. El chico observó mejor a la loba. En su forma humana era muy atractiva, con un rostro fino, ojos almendrados y ese largo cabello trenzado. Llamaba mucho la atención.

Ahora que era consciente de esa otra parte de la sociedad que vivía oculta entre los humanos no entendía como nunca antes había notado su presencia.

¡Resultaba tan obvio!

–  Mira, siento que ese cerdo haya matado a tu familia. — la voz de Astrid le trajo de vuelta a la realidad. — También asesinó a los míos. Pero Bauman me pertenece. Es mi misión atraparlo y hacerle confesar los planes de La Orden antes de hacerle picadillo con mis propias manos. ¿Entendido? Así que no puedo dejar que una cachorrita como tú vaya por ahí intentando matarle antes de que hable. Hay mucho en juego.

–  ¡Ni de coña! Es mi presa. – Astrid se giró para dar a Alec una mirada de puro fastidio.

–  Y por esto siempre intento no hacer negocios con lobos…

El chico iba a replicarle pero un grito ensordecedor les hizo encogerse de dolor y taparse los oídos a los tres. Nunca antes había escuchado algo parecido. Era realmente estridente.

Se le empezaba a nublar la vista cuando notó como alguien le cogía bruscamente del brazo y tiraba de él hacia el pasillo del motel. Al alejarse del horrible sonido su visión se aclaró y empezó a recuperar la audición.

–  ¿Qué demonios ha sido eso? — preguntó sacudiendo la cabeza. Sus oídos pitaban y estaba seguro de que tendría dolor de cabeza para siempre.

Las dos mujeres tampoco lucían muy bien. Ambar se frotaba las orejas y parecía estar sufriendo muchísimo. Astrid estaba algo mejor pero no mucho.

–  Eso, chico, ha sido una arpía.

 


 

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Resumen semanal: primera semana de julio.

Resumen semanal: del 1 al 5 de julio.

resumen

 

Lunes.

En el post de esta semana te hablo sobre una de las leyendas urbanas más conocidas y universal, la chica de la curva. ¿Quieres saber más?

 

Jueves.

¡Nuevo capítulo del relato Luna llena en Memphis! Esta semana vemos que ocurre con Dolph, la nemesis de nuestra protagonista.

 

Viernes.

¡Se acabó la semana! ¡Feliz viernes y buen fin de semana a todos!

 

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Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 4.

Relato: Luna llena en Memphis.

luna

Capítulo 4.

–  No puedo creerme que esté aquí. ¡Y la dejáis escapar!

El grito de Dolph Bauman hizo que los cuatro hombres ante él se estremecieran de puro miedo.

–  Señor, no pudimos hacer nada. La loba nos atacó y… — el hombre se interrumpió cuando su jefe levantó la mano, reclamando silencio.

–  A ver si lo entiendo… – la voz de Bauman sonaba calmada pero sus ojos despedían chispitas de furia. – ¿No solo ha llegado hasta aquí la gorgona, sino que también esa loba sarnosa de San Francisco? ¿Cómo cojones es posible? — terminó chillándo, dando un manotazo y tirando la lamparita que había sobre el escritorio frente al que estaba parado.

Lo de Nueva Orleans había resultado un completo fiasco a causa de la gorgona y su amiguito policía y sus superiores no estaban nada contentos con él.

Absolutamente nada contentos.

Lo culpaban del fracaso y si no conseguía ponerse de buenas con ellos, iba a acabar recibiendo la visita de alguno de sus colegas, estaba seguro de ello.

No tenía ninguna intención de terminar asesinado por uno de sus compañeros de trabajo. ¡No le llegaban ni a la suela del zapato!

Y por esa razón se encontraba en Memphis, para esconderse de su fracaso y tratar de ponerse del lado bueno de sus superiores haciendo un trabajo que habitualmente dejaría a sus subordinados.

Supervisar el traslado de material para las investigaciones de la organización.

Un trabajo muy por debajo de su categoría. Pero, en esos momentos, se encontraba en la perrera, por así decirlo.

Había sido una desagradable sorpresa descubrir que la gorgona y la loba estaban ahí, a dos pasos de encontrarle y fastidiarle el plan para congraciarse con La Orden.

Genial… simplemente genial.

Y esos inútiles que tenía por subordinados las dejaban escapar.

–  Lo sentimos, señor. Solo éramos cuatro.

Dolph bufó, furioso y cogió el libro que había estado leyendo antes de que le interrumpieran con esa visita y lo lanzó contra la pared. Lo hizo con tal fuerza que el libro se rompió, llenando de hojas el suelo.

¡Lastima! Ahora tendría que comprar otro para poder averiguar quien era el asesino de la novela.

Hizo un gesto para despachar a los hombres y estos se marcharon aliviados. Estaban de suerte. No tenía tiempo para castigarles por su metedura de pata.

Antes debía ocuparse de asegurar la mercancía y evitar que esas dos se entrometieran.

Se paseó por la habitación del hotel en el que se hospedaba, mientras cogía su móvil y buscaba entre sus contactos el número que le interesaba.

No podía ocuparse de esas molestias él mismo y tampoco se las podía dejar a los inútiles de sus hombres.

Si querías ocuparte de una plaga sobrenatural o enviabas a un profesional como él o a alguien de su misma clase.

–  Lilith, querida… tengo un trabajo para ti. ¿Cuánto tardarías en llegar a Memphis?

 


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Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 3.

Relato: Luna llena en Memphis.

luna

 

Capítulo 3.

–  ¿Estás seguro de que ha dicho eso? – Alec asintió, dando un sorbo a su cerveza.

–  Palabra por palabra. Ha dicho que nos alejemos de Bauman, que es su presa. ¿Quién crees que sea?

Astrid suspiró, molesta. Justo lo que le hacía falta para dificultar más la situación, alguien más detrás del desgraciado de Bauman.

–  Obviamente, no una fan de ese gusano. Pero si cree que se lo voy a dejar, está muy equivocada.

–  Eso me temía. ¿Qué hacemos?

–  Seguir con lo que estábamos haciendo. Buscar a Bauman. – Astrid cogió un aro de cebolla y lo mojó profusamente en la salsa antes de comérselo en dos bocados. – He preguntado a un par de contactos interesantes del bar. Han dicho que, habitualmente, la ciudad es una zona muy tranquila en lo referente a ataques de La Orden, pero que estos días ha habido un aumento. Algo están tramando pero nadie sabe decir el qué.

Ahora fue el turno de Alec de bufar. Con la Comunidad siempre era igual, por lo que estaba viendo. Todo el mundo sabía que pasaba algo pero no el qué. Resultaba de lo más molesto.

¿No podía alguien simplemente decir qué ocurría y ya?

Ambos intercambiaron una mirada mientras terminaban sus bebidas. Astrid iba ya por su tercer refresco y su segunda ración de aros de cebolla y alitas picantes mientras a Alec se le calentaba la cerveza mirando a la chica devorar su comida.

¿Cómo podía comer tanto?

Había muchas cosas que seguían asombrando al chico sobre la gorgona y su mundo. Todavía estaba aprendiendo y las manías y costumbres de su compañera de viaje eran interesantes, por decir algo.

Astrid comía por tres y a todas horas. La explicación que ella daba a ese comportamiento era que su metabolismo no era para nada parecido al humano. Envejecía mucho más despacio pero la energía que usaba a cambio era tanta que debía comer mucho más que un humano.

También influía el mantenimiento del hechizo de glamur que usaba para ocultar su apariencia. En las raras ocasiones en que no lo usaba, Alec había notado que hacía menos paradas a comer.

Y sus comidas no podían considerarse muy sanas. Multitud de latas de refrescos llenas de azúcar y cafeína y mucha comida basura. Era muy fan de las patatas fritas de paquete y se ponía de mal humor el día que no tenia ninguna para picar.

A parte de la comida, la chica era maniática, desordenada y tenia mal genio. Sin embargo, cuando Alec ya estaba por largarse y dejarla a ella y su misión (a la que se presentó voluntario, todo había que decirlo) Astrid soltaba una de sus referencias de películas que nadie más pillaba, contaba un chiste malo o tenia un detalle con él y se le pasaba el enfado.

La convivencia era complicada pero no imposible y el chico debía reconocer que había más momentos buenos que malos entre ellos.

Y deseaba ayudarla a encontrar al asesino de su familia. Entendía su frustración y la admiraba por haber dejado su venganza a un lado para ayudar a la gente de Nueva Orleans.

Solo por eso se veía obligado a ayudarla.

Pero a veces lo sacaba de quicio…

–  Vamos a ir al norte, antes de volver al motel. Uno de los contactos comentó que allí es donde más movimiento está habiendo. Con suerte puede que encontremos alguna pista de Bauman.

–  Pues cuando dejes de devorar, podemos irnos.

–  ¡Qué gracioso! — repuso con sarcasmo la chica, no sin antes comerse la ultima alita de pollo. — ¡Ya estoy lista! ¡Vámonos!

Media hora más tarde paseaban por una zona nada recomendable en el norte de la ciudad, según habían indicado a la chica en el bar. Alec no estaba nada tranquilo, rozando con la yema de los dedos la Glock que guardaba en el bolsillo de su chaqueta.

Las calles estaban sucias, llenas de pintadas y con los contenedores de basura y bancos rotos. Había camellos vendiendo su droga a adolescentes en cada esquina y tipos que les dirigían miradas nada apetecibles.

Astrid, por su parte, iba muy tranquila, mirando a su alrededor despreocupadamente y buscando algún indicio de miembros de La Orden en el lugar.

No tardó en encontrar lo que buscaba.

Tres tipos estaban arrinconando a una muchacha, aparentemente atacándola. Para cualquier otro solo serían tres gamberros asustando a una chica. Para Astrid, eran tres miembros de La Orden atacando a lo que olía como una troll.

–  ¡Ey, imbéciles! ¿Por qué no venís a pelear con alguien de vuestro tamaño?

Los hombres soltaron a la chica, la cual salió corriendo del lugar sin mirar atrás, y se dirigieron hacia ellos. Alec los vio sacar porras extensibles y murmuró una maldición, mientras empuñaba su pistola.

–  ¡Quietos! ¡No deis un paso más!

–  ¿Qué vas a hacer, niñato? ¿Disparar? — Alec amartilló su pistola. No estaba dispuesto a recibir una paliza de tres extraños.

–  Si das un paso más, sí.

Astrid fue más directa, bajándose las gafas de sol y mostrando sus ojos que brillaron con una luz extraña.

–  Sigue acercándote y sentirás algo más doloroso que un disparo. — amenazó. — No estoy interesada en vosotros, escoria. ¡Busco a Bauman! Sé que está aquí así que empezad a hablar.

No hubo tiempo para una respuesta. Alguien saltó desde las sombras y atacó a los hombres, tirándolos al suelo.

Ante el asombro de los otros dos, una chica comenzó a golpear a los hombres de La Orden. Alec no tardó en reconocerla.

–  ¡Ey! ¡Es ella! ¡La chica del bar! — Astrid parpadeó sorprendida.

–  ¿Esa es? — la gorgona olfateó el aire y frunció el ceño. — ¡Mierda! ¡Es un lobo!

–  ¿Así es un lobo? Esperaba algo más… peludo.

Pero Astrid ya no le escuchaba. Se había lanzado a por la otra mujer, separándola del tipo al que estaba apalizando en ese momento. Si seguía así no iba a quedar ninguno en condiciones de confesar su escondite.

El chico observó estupefacto como los tres tipos de La Orden conseguían escabullirse mientras las dos mujeres peleaban. Intentó detenerlos, pero era muy tarde. Ya habían desaparecido calle abajo.

–  ¡Os dije que os alejarais de mi presa!

–  ¡Él no es tu presa! ¡Es la mía!

Alec bufó, frustrado y dio un tiro al aire, haciendo que las dos mujeres le prestaran atención por fin.

–  Ahora mismo no es presa de nadie, porque habéis dejado escapar a quien podría habernos dicho algo. – anunció.

–  ¡Tío! ¿Estas loco? La policía no tardará en llegar.

–  Pues más nos vale correr.


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