Relato: Descubriendo el pasado. Capítulo 7.

Capítulo 7.

descubriendo el pasado

Arthur no se había alegrado jamás tanto de ver el logo de su empresa como aquel día, cuando vio a lo lejos la torre Kamelot 2, de Filadelfia.

Esa era la segunda base de la empresa, situada allí porque era la ciudad natal de su madre y ahí era donde solían pasar las fiestas cuando ella aún vivía. Después de su muerte, su padre no volvió a pisarla y él tampoco.

El chico suspiró de alivio al aparcar frente a la entrada y ayudó a Gawain a salir del coche. Juntos atravesaron la puerta principal y se dirigieron a recepción. La chica que había en el mostrador se mostró alarmada por su apariencia. Sin embargo, no llamó directamente a seguridad, esperando a ver qué ocurría.

– Hola, soy Alexander Gawain – saludó Gawain, poniendo su identificación sobre el mostrador que la muchacha no tardó en coger y comprobar. – y este es Arthur P. Drake. Necesitamos ver al jefe de seguridad del edificio. Y un médico.

– Si, por supuesto. – asintió la chica, saliendo del mostrador para guiarles hasta una puerta semi oculta tras él. – Esperen aquí. El señor Torres estará aquí en un minuto.

La habitación era una muy similar a la que había junto a la recepción de su propia torre. Una especie de sala de espera con un par de sofás confortables y decoración sacada de una revista de moda. Arthur ayudó al pelirrojo a sentarse y ponerse cómodo porque ya estaba algo adolorido de su herida. Un poco más tarde, la puerta volvía a abrirse y apareció un tipo grande, con el pelo rizado y negro, los ojos castaños y un bigote fino muy bien cuidado. Vestía el uniforme del personal de seguridad de la empresa.

– Soy Pedro Torres, jefe de seguridad del edificio. – se presentó, acercándose para estrecharles la mano. – Es un placer tenerle aquí, señor P. Drake. Aunque intuyo que no ha sido en las mejores circunstancias.

– No, me temo que no. Mi guardaespaldas necesita atención médica, señor Torres. – el hombre observó a Gawain y su expresión de dolor contenido y asintió.

– Por supuesto. Síganme. Luego me contaran con detalle que ha pasado.

Unas horas más tarde, Arthur estaba instalado en una de las suites de su familia, duchado, comido y nuevamente vestido con un traje limpio y elegante. Y eso estaba muy bien, pero no había podido ver cómo estaba Gawain todavía.

Después de que le curaran, Torres se lo llevó para hacer un informe y escuchar todo sobre el ataque y lo que habían hecho hasta ese día para evadirlos, buscando posibles sospechosos.

La Orden era la primera de esa lista. Mordred y Morgan, los segundos.

Luego les perdió la pista.

En ese momento, no sabía que hacer. No sabía si debía quedarse donde estaba o buscarlo. No quería molestar si estaba ocupado, cosa que era posible. Pero, por otro lado quería asegurarse de que estaba bien.

Y que tras días de estar compartiendo habitación, le echaba de menos y se sentía abandonado por muy infantil que sonase.

Al final, decidió salir a buscar al otro. Al menos se quedaría tranquilo sabiendo que estaba bien.

Cogió el teléfono y llamó a recepción. No tardaron en darle la información que quería, el número de habitación de Gawain.

Tomó el ascensor y bajó los tres pisos que le separaban de la planta de seguridad, donde se solían alojar todo el personal y estaba el gimnasio. Esa torre era un calco de la de Nueva York, por lo que estaba comprobando.

Ya delante de la puerta se quedó congelado sin saber si llamar o no. Dudó un par de minutos y llamó, temiendo que el otro decidiera ignorarlo.

De repente, se sintió como un adolescente inseguro. Gawain era su amigo. ¿Por qué no iba a querer verle?

La puerta se abrió, después de lo que pareció una eternidad y un Gawain en camiseta, pijama y descalzo le saludó.

A través de la camiseta podía ver la venda que cubría su hombro y parte del brazo, donde estaba la herida de bala. Parecía cansado.

– Lo siento… no se me ocurrió pensar que estarías descansando. – dijo, dándose la vuelta para irse. Gawain le agarró de la muñeca para detenerle.

– ¡Espera! No estaba durmiendo. Bueno, no del todo. Creo que me he quedado un poco dormido viendo la película. Entra.

Arthur entró en la habitación. Era más pequeña que la suya pero no menos lujosa y cuidada. La televisión estaba encendida y había una manta en el sofá, indicando que le había dicho la verdad. Eso le hizo sentir un poco mejor.

– ¿Cómo te encuentras? – le preguntó. El pelirrojo se encogió de hombros.

– Me han dado unas pastillas para el dolor y ya no noto nada. – rio. – ¿Cómo estás tú?

– Solo quería saber si estabas bien. – Gawain sonrió con afecto al chico.

– Lo estoy. – le aseguró. – Lance me llamó hace un rato, para ver si habíamos llegado. Nos recogerá mañana por la mañana para ir a casa.

– Eso está bien. Bueno… será mejor que vuelva a mi habitación, entonces.

Arthur hizo el intento de girarse para irse pero Gawain volvió a cogerle de la mano para detenerle una vez más. Tiró de él hasta acercarlo, dejándole a un paso de distancia.

– ¿A qué has venido, Arthur? – le preguntó y el chico no supo bien que responder. ¿A qué había ido? ¿Solo para comprobar que se encontraba bien? ¿O había alguna razón más?

– Estaba preocupado.

– ¿Y?

– Te echaba de menos. – confesó. Gawain sonrió, dulce.

– Solo nos hemos separado unas horas. – Arthur se sonrojó.

– Si pero no sabía… no sabía si querías volver a hablar conmigo después de estos días. Si volviésemos a lo de antes cuando regresemos a casa.

Gawain suspiró, apenado. Llevaba pensando lo mismo desde que le dejaran en enfermería. No sabía que hacer con la situación cuando regresaran a casa. Tendrían que volver a su relación laboral de antes, ¿verdad? Eso sería lo lógico.

Días antes había pensado en dar un intento a eso, pero tras los ataques y el que casi les mataran a los dos le hizo dudar sobre esa idea. ¿Sería seguro para ambos tener una relación?

Arrastró a Arthur hasta el sofá y le obligó a sentarse con él. Para evitar que el otro se fuera al extremo opuesto, le echó un brazo por los hombros y le abrazó, atrayéndolo hacia su cuerpo.

– Si te soy sincero, no lo sé. – le confesó, ganándose una mirada sorprendida del otro. – No sé qué debemos hacer. Lo inteligente seria volver a lo de antes. Soy tu empleado, a fin de cuentas, Arthur. Trabajo para ti. ¿Cuánto tardaría eso en ser un problema? ¿Y cuánto afectaría en mi modo de trabajar? No podría ser tu guardaespaldas.

– ¿Por qué no? – el pelirrojo le acarició el cabello, mirándole triste.

– Pues porque mis sentimientos interferirían, me harían tomar decisiones apresuradas y estúpidas.

– ¿Entonces?

– No lo sé. Pero supongo que debemos dejarlo aquí antes de que vaya a más y sea más doloroso. – Arthur asintió, notando su pecho dolorido.

– Supongo que tienes razón. – cuando intentó levantarse, notó que el otro no le soltaba. – ¿Gawain?

– Si, pero eso puede ser mañana. – le susurró, inclinándose para besarle.

Fue como en su sueño, esa misma mezcla de pasión y dulzura que le dejó temblando de ganas cuando se separaron. Arthur vio algo que pensó no vería jamás en el rostro de Gawain.

Inseguridad.

Le cogió del rostro y volvió a besarlo, tratando de mostrarle que él también quería eso, aunque fuera solo por esa noche.

El beso se volvió apasionado en segundos, con las manos de Gawain por todas partes, desabrochando y quitando ropa a toda prisa. No tardó en tener a Arthur con solo el pantalón y la camisa desabrochada.

Gawain le tumbó en el sofá, desabrochándole y sacándole los pantalones del traje que acabaron en un rincón alejado de la habitación. Con una sonrisa malévola, empezó a besarle por el pecho, bajando despacio hasta llegar a su entrepierna.

Arthur casi se ahogó al ver como el otro le quitaba los calzoncillos y empezaba a devorarlo despacio, sacándole jadeos e improperios de todos los colores. Aprovechando que le tenía distraído, el pelirrojo empezó a prepararle con cuidado hasta tenerle completamente listo y tembloroso, lleno de ganas.

Gawain volvió a subir, besándole y dándole a probar un poco de su propio sabor antes de comenzar a introducirse, sin dejarle tiempo a pensarlo mucho. Pronto estaban moviéndose al unisonó, el cuerpo de uno acudiendo a las embestidas del otro, ambos disfrutando del momento y perdiéndose en él.

Arthur podía sentir el mismo cariño y cuidado que en su sueño, dejándose llevar por ese sentimiento hasta que ambos llegaron al orgasmo. Gawain se dejó caer, agotado sobre él y le sonrió con tristeza.

Un rato después le llevaba a su cama para descansar.

Al día siguiente, ambos iban a hacer como que no había sucedido nada, manteniendo su relación como hasta ese día. Amistad y negocios y punto.

Era lo más lógico.

Aunque eso no consoló nada a Gawain cuando, al llegar la mañana, se encontró en la cama, solo.

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Relato: Descubriendo el pasado. Capítulo 5.

Capítulo 5.

descubriendo el pasado

La mañana siguiente no fue tan incomoda como podía pensarse que debía ser.

Gawain hizo como que no había pasado absolutamente nada, Arthur también y ahí se acabó el problema.

Amanecieron hechos un lio en la cama, enredados el uno en el otro, con Arthur dormido con la cabeza apoyada en el pecho del otro y todavía desnudo porque no se puso ninguna ropa limpia después de lo ocurrido.

El chico salió corriendo al baño a vestirse, avergonzado pero tras el desayuno todo volvió más o menos a la normalidad.

Más o menos, claro. Tampoco se podía pedir peras a un olmo.

Arthur estaba un poco demasiado en su mundo, distraído y metido en sus pensamientos. Algo lógico, vista la situación. Gawain se sintió un poco culpable, al ser el causante de todo eso.

No se arrepentía para nada, pero sabía que debió haber esperado a estar en casa o, al menos, a haber hablado algo con el chico. Le estaba confundiendo y lo sabía.

Cuando vio que a Arthur se le caía por cuarta vez la cuchara al suelo de lo despistado que andaba, decidió tomar cartas en el asunto.

– ¿Arthur? – el chico parpadeó, como si acabara de despertar. Al ver que era Gawain quien le llamaba la atención, se sonrojó.

– ¿Sí?

– Quería disculparme por lo de anoche. – Arthur se atragantó con el café que estaba bebiendo.

– No hace falta…

– No, debo disculparme. – insistió. – No fue profesional por mi parte dejarme llevar de esa manera. Estoy aquí para protegerte y estamos bajo ataque. No debo olvidar mi sitio.

– ¿Tu sitio? – repitió el chico, con voz extraña. Parecía sorprendido por sus palabras. Gawain no entendió el porqué.

– Soy tu guardaespaldas y tu empleado.

– ¿Solo eso? – el pelirrojo ablandó la expresión, sonriéndole.

– No. Pero es lo que debo ser ahora mismo si quiero llevarte a casa sano y salvo.

Arthur frunció el ceño pero asintió. Tal vez pudiera encontrar el valor para hablar del asunto cuando llegaran a casa. O, al menos, pensó, intentarlo. Primero debía decidir que sentía porque no estaba seguro de ello.

La noche anterior todo lo ocurrido se sintió correcto, bien, perfecto de hecho. Casi como en sus sueños. Pero esa mañana no estaba tan seguro. Se había sentido tan avergonzado que no sabía si aquello fue buena idea o no. Ni si lo repetiría.

Pero cuando Gawain insinuó que solo era su empleado le había dolido. Mucho. Siempre le había considerado un amigo, después de todo el tiempo que llevaban juntos. Al menos le confirmó que no solo era un empleado. Pero entendía perfectamente que quisiera comportarse más profesional en esos momentos.

Gawain puso la mano sobre la de Arthur, llamándole la atención.

– Cuando lleguemos a casa, hablaremos. Ahora, vamos a intentar llegar, que es lo importante.

– De acuerdo.

Terminaron el desayuno y se dirigieron con el coche hasta la siguiente ciudad en la que Lance les había reservado otra habitación para que pudieran descansar y esconderse.

Durante el camino, Arthur siguió pensando en que debía hacer sobre Gawain y su relación. No podía negar que se sentía atraído por él y que le encontraba atractivo. Pero su duda era si todo eso había empezado al mismo momento que los sueños o si ya se sentía así antes y no se había dado cuenta.

Recordaba el primer día que Gawain apareció en su vida, irritantemente alegre y molesto. Recordaba la primera vez que le acompañó a un evento social y lo que se burló de él por el traje de pingüino que tuvo que ponerse. También recordaba la primera vez que lo llevó a tomar algo después de una de esas fiestas de accionistas y como eso se convirtió en una tradición entre ellos.

Durante todo eso se habían convertido en amigos. Pero nada más. Ni Gawain había mostrado ningún interés en él de ese estilo ni Arthur tampoco.

No, hasta el sueño.

Entonces, ¿había sido por los sueños por lo que se sentía así? ¿Era influencia de lo ocurrido en su pasado?

Era todo muy confuso, pensó frunciendo el ceño.

Pero debía reconocer que la noche anterior se había sentido muy bien. Demasiado bien. Cuando Gawain empezó a besarle en el cuello y a susurrarle con voz ronca lo que quería hacerle…

Casi combustionó ahí.

Si no llega a tocarle, lo hubiera tenido que hacer él mismo.

No se sintió nada avergonzado de cogerle la mano y guiársela hasta donde la quería y necesitaba.

Pero amanecer abrazado al otro ya era mucho más íntimo y se asustó. No sabía cómo tratarlo después de eso.

¿Eran algo ahora? ¿O solo había sido una cosa de un rato y ya?

Por lo que había dicho Gawain en el desayuno, iba a tener que esperar a llegar a casa para averiguarlo y no estaba seguro de si sería capaz de esperar tanto.

Llegaron por fin al motel que Lance les tenía reservado y, en esa ocasión, no hubo problemas para conseguir dos camas, así que Arthur respiró aliviado.

El día pasó sin pena ni gloria. Compraron comida para llevar y comer en su habitación. Pasaron el resto del día viendo la televisión y luego salieron a cenar tranquilos en una pizzería cercana.

Nada anormal.

El problema empezó al irse a dormir. Otra vez.

Arthur se vio de nuevo en un lugar desconocido. Un bosque. Parecía distinto al del otro sueño.

Hacia frio, llovía y el suelo estaba embarrado. Tanto que sus botas se resbalaban al andar por el terreno. Arthur notó algo raro. Le costaba respirar y se sentía débil.

El aire olía a sangre. Mucha sangre.

Al mirar a su alrededor notó que el bosque era un campo de batalla. Había unos pocos soldados luchando. Unos con su emblema, un león dorado. Otros, con un águila blanca en sus capas o armaduras.

No estaba seguro de que estuviera ganando. Solo de que, por alguna razón, ya no le importaba.

Se sentía terriblemente triste y no estaba seguro del por qué.

Siguió caminando, trabajosamente hasta llegar a un claro. Allí vio un cuerpo en el suelo y el alma se le cayó a los pies.

Pelo rojo manchado de barro y sangre.

– ¡Gawain! – se oyó gritar, arrodillándose ante el cuerpo.

Lo giró y comprobó que, efectivamente, era su amigo. Tenía una herida de espada que le había atravesado el pecho.

Le cerró los ojos y murmuró una plegaria.

Al menos esperaba que no hubiera sufrido demasiado, pensó mientras las lágrimas caían por su rostro.

Sintió su corazón hacerse pedazos y abrazó fuerte a su amante.

Cuando le dejó por fin en el suelo, se levantó con las pocas fuerzas que le quedaban. Unos metros más allá, estaba su asesino.

Mordred.

Y él iba a encargarse de vengar a su Gawain.

– ¿Arthur? ¡Arthur, despierta!

La voz de Gawain y el roce de su mano en su mejilla consiguieron sacarlo de su pesadilla. Abrió los ojos y se encontró con la imagen borrosa del pelirrojo, vivo y luciendo muy preocupado.

Fue entonces cuando se dio cuenta de que estaba llorando.

Gawain estaba sentado en el borde de su cama, mirándole sin entender que pasaba, con una mano en el rostro de Arthur.

El chico se lanzó a sus brazos y escondió el rostro en su cuello, mientras el pelirrojo le abrazaba extrañado y desconcertado.

Pero aunque le preguntó varias veces, no consiguió voz para explicarle porque estaba llorando. El sueño le había dejado con una tristeza tal que no podía dejar de sentirla a pesar de estar viendo a Gawain vivo y sano frente a él.

Seguía notando esa pena que debió sentir en el pasado.

Gawain le abrazó estrechamente y esperó a que se calmara para alzarle el rostro y, tras limpiarle las lágrimas que aun caían, mirarle preocupado.

– ¿Qué ha pasado? – le preguntó. Al chico le salió la voz ronca al contestar.

– Nada.

– Eso no ha parecido nada. ¿Ha sido una pesadilla?

– Una horrible.

– ¿Quieres hablar de ello? – Arthur negó con vehemencia con la cabeza.

– No.

– Está bien. – Gawain volvió a acariciarle las mejillas. – ¿Vas a estar bien?

– No lo sé. – admitió con un hilo de voz.

Con un suspiro, Gawain le empujó para que le hiciera sitio en la cama.

– Bien, entonces dormiré contigo. ¿Te parece bien? – Arthur asintió y Gawain volvió a abrazarle al estar tumbados juntos en la cama.

Así, abrazados y con el pelirrojo acariciándole el cabello, el chico se fue quedando dormido poco a poco, olvidada ya la pesadilla.

Pero mientras aún estaba despierto, se encontró pensando en que haría si a Gawain le pasaba algo. Había sentido tal dolor que no estaba seguro de si lo sobreviviría.

¿Eso significaba que si sentía algo por el otro hombre?


Si, lo sé. Voy un día tarde. Pero ayer fue fiesta en Málaga y se me fue el santo al cielo. El próximo si será en miércoles.

Relato: Descubriendo el pasado. Capítulo 4.

Capítulo 4.

descubriendo el pasado

La situación empezaba a ser ridícula.

Al menos, desde el punto de vista de Arthur.

Habían parado un par de días en un motel, para descansar de coche y de conducir y para asegurarse de que seguían sin correr peligro.

Hasta ahí, bien.

Pero ese motel no tenía habitaciones dobles. Solo les quedaba una con cama individual o una con cama de matrimonio.

Escogieron la segunda por razones obvias. O, mejor dicho, Gawain escogió la segunda.

Dijo que no pensaba dormir en el sofá o en el suelo durante dos días y Arthur no pudo culparle al ver lo diminuto que ese mueble era.

No sabía cómo iba a hacer para dormir con Gawain en la misma cama y no ponerse en ridículo. ¿Y si volvía a soñar? ¿Y si volvía a hablar en sueños? O, algo peor… ¿y si volvía a gemir algo en sueños?

Estaba tan jodido…

Se encerró en la ducha, con el objetivo de intentar ahogarse mientras se lavaba el pelo. No iba a funcionar pero podría perder algo de tiempo.

El problema era que ya llevaba demasiado tiempo dentro y, claro, el otro se impacientó cuando vio que no le llegaba nunca el turno y que iba a gastar todo el agua caliente.

Así que Gawain entró en el baño, sin esperar permiso, dando un susto de muerte al chico.

– ¡Arthur! – gritó, enfadado. – ¡Acaba de una vez! Yo también quiero ducharme.

– ¿Qué cojones haces? ¡Sal de aquí! – Arthur no sabía dónde meterse. Ni siquiera tenía la toalla a mano para taparse.

– Si no sales en treinta segundos, entraré yo. – le amenazó. Aún seguía lleno de espuma, ¿cómo iba a terminar antes de que cumpliera su amenaza?

– ¿Estás loco? ¡No puedes entrar aquí!

– ¡Me da igual! Quiero ducharme. Estoy sudado y cansado y quiero ducharme. Ya.

Arthur se apresuró a enjuagarse, pero vio como el otro abría las cortinas y, sin esperar a que pudiera salir o hacer algo, se metió en la ducha con él, bajo el chorro de agua caliente. Arthur se alejó hacia los azulejos, pegándose tanto a la pared que parecía querer fusionarse con ella.

Intentó no mirar pero no pudo evitarlo.

Gawain estaba frente a él, desnudo y empapado y Arthur no pudo evitar echar un vistazo. Se sonrojó cuando escuchó la risita del otro, que le dedicó una mirada depredadora.

El pelirrojo lo arrinconó en la ducha, poniendo ambas manos a cada lado de la cabeza de Arthur y se inclinó, dejando su rostro a solo centímetros del chico, que cerró los ojos, sonrojado.

Gawain le observó, encandilado por lo joven e inocente que parecía. Él era algo mayor que Arthur, pero no mucho, solo siete años mayor. Sin embargo, Arthur tenía un aire inocente ahí con él que le hacía parecer casi un adolescente.

Estaba tan tentado de hacer algo. Tocarle, besarle… algo.

Pasó su mano por su rostro sin tocar su piel, bajándola por su torso, hasta su estómago sin llegar a rozarle, mordiéndose las ganas de hacerlo.

Podía notar su miembro respondiendo a la visión de Arthur frente a él y ahogó una maldición. Se separó, liberando al chico y le apartó un mechón empapado de la frente.

– Será mejor que vayas a secarte, Arthur. – le sugirió en voz baja y ronca.

El chico abrió los ojos y asintió, saliendo tan deprisa de la ducha que casi se cae en el baño. Maldiciendo su conciencia, Gawain se dispuso a terminar de bañarse y a tratar de poner bajo control sus emociones.

Cuando salió de la ducha, ya vestido se encontró a Arthur sentado en la cama luciendo nervioso. Gawain miró el reloj que había en la pared de la habitación y comprobó que solo eran las siete de la tarde. No había manera de que fueran a dormir tan pronto y él tenía hambre.

Cogió su chaqueta y la de Arthur y se la ofreció al otro, instándole a levantarse.

– Venga, vamos a comer algo.

Acabaron entrando a un pequeño bar donde servían hamburguesas y alitas y pidieron un poco de todo para compartir. Después de un rato, Arthur parecía haberse relajado de nuevo y volvía a comportarse como siempre.

Bromeó y le tiró patatas fritas a Gawain, que no dudó en responderle de la misma manera. No se dieron cuenta de que estaban atrayendo algunas miradas no deseadas.

Cuando Gawain se inclinó sobre la mesa y limpió un poco de tomate de la comisura del labio de Arthur con su pulgar, lo hizo simplemente por molestar al chico y porque adoraba verlo nervioso.

Y porque le apetecía.

No se esperaba que un tipo grande con pinta de haberse escapado de la prisión más cercana apareciera, dando un golpe en su mesa, interrumpiéndoles muy maleducadamente.

– Creo que va siendo hora de que os vayáis, florecitas. – Gawain arqueó una ceja y miró a su alrededor. La mayoría de la gente parecía incomoda con la situación pero no tenían intención de intervenir. ¡Qué típico!

– Pues yo creo que no. Aún no hemos terminado de comer. – repuso con tranquilidad, cogiendo otra patata. Arthur parecía dispuesto a discutir pero Gawain le cortó, poniendo su mano sobre la del chico.

El tipo gruñó al ver el gesto y volvió a encarar a Gawain, el cual seguía sin reaccionar, comiendo patatas con total tranquilidad.

– Será mejor que cojas a tu novio y os larguéis de aquí antes de que os eche a patadas.

Gawain se levantó, despacio y encaró al tipo. Eran más o menos de la misma estatura aunque el otro era bastante más ancho. El pelirrojo sonrió. Eso solo implicaba que era más lento.

– Inténtalo. – le retó. – Gilipollas. – Y el otro no tardó en aceptar.

Gawain esquivó un puñetazo, dos, tres y lanzó uno propio desde abajo directo a la mandíbula de aquel indeseable. El golpe le hizo trastabillar y Gawain lo aprovechó, dándole una certera patada en el estómago que lo tiró al suelo. Cuando comprobó que el tipo no pensaba levantarse para seguir, a pesar de estar más o menos bien, sacó su cartera, puso un par de billetes sobre la mesa y cogió a Arthur de la mano para ponerlo de pie.

Una vez cara a cara, Gawain dirigió una última mirada al tipo antes de plantarle un beso en los labios al chico, que se quedó congelado en el sitio.

No duró más que unos pocos segundos, lo justo para hacer valer su punto. Nadie le iba a echar de ningún sitio ni iba a soportar nada de nadie por lo que pensaran de él o su orientación sexual. Hacía bastante tiempo que no permitía semejantes abusos.

Tiró de Arthur y salieron del local, tranquilamente.

No fue hasta casi llegar al motel que Arthur se detuvo, obligándole a pararse él también y Gawain suspiró.

Demasiado había tardado en reaccionar.

– ¡Me has besado! – le gritó, señalándose acusadoramente. El pelirrojo se rascó la nuca.

– Lo siento. Odio los imbéciles homófobos. Y nada les molesta más que ver algo así.

– Pero… ¡Me has besado! – Gawain rodó los ojos.

– ¡Solo un poquito! A eso no se le llamar ni beso. Solo ha sido un roce inocente.

– Si, pero…

– ¿Te ha molestado? – Arthur se quedó mudo al escuchar la pregunta. – En serio que lo siento. A veces hago cosas sin pensar. No volverá a suceder.

– Uh, vale.

Llegaron a la habitación y ahí se encontraron con el otro problema de la noche. Seguía habiendo solo una cama.

Gawain decidió no dedicarle más pensamientos de los necesarios. Se sentó en la cama y empezó a desnudarse, hasta quedarse en ropa interior y una camiseta. Luego se metió bajo las sabanas y se quedó mirando a Arthur el cual dio un respingo y le imitó, con algo de reticencia.

El chico se colocó en el extremo opuesto, tan alejado de él que estaba a un palmo de acabar cayendo al suelo.

Gawain decidió dejarle en paz y apagó la luz, dispuesto a dormir. Cuando estuviera a punto de caer, ya se acercaría, pensó cerrando los ojos.

Un rato después, Arthur seguía despierto porque no se fiaba de dormirse con Gawain tan cerca, temiendo acercarse por accidente y Gawain seguía despierto porque no hacía más que escuchar al otro removerse incomodo en la cama.

Todavía tardó un rato en hacer algo, ya que estaba dejándole tiempo al chico a dejar de hacer el tonto. Viendo que no iba a ser así, decidió actuar.

Se giró hacia el chico, el cual estaba dándole al espalda casi en el borde de la cama y le agarró por la cintura, arrastrándole hacia el centro del colchón.

A Arthur se le escapó un ridículo chillido, que le hizo reír y forcejeó para liberarse del agarre. Pero Gawain le tenía bien sujeto y apretó más el agarre, forzándole a desistir.

– Quédate quieto. – le ordenó. – Quiero dormir y no me estás dejando.

– Creo que dormiré mejor allí. – protestó, pataleando.

– No, allí no estas durmiendo nada porque te vas a caer y aquí te tengo agarrado y dejaras de hacer ruido y moverte. Así que duérmete para que pueda dormir yo también.

– Pero…

Gawain besó su nuca y apoyó la barbilla en su hombro, deslizando la mano que tenía en su cintura hasta su muslo, muy cerca de su entrepierna. Arthur, previsiblemente, se congeló.

– Duérmete, Arthur. – Gawain susurró esas palabras con los labios pegados a su cuello.

Arthur olía muy bien, a ese gel de baño que habían comprado un día antes. Gawain apretó la mano en su muslo, deseando ir más allá, hacia donde algo empezaba a cobrar vida bajo la ropa.

Volvió a tragarse las ganas y subió la mano hacia la seguridad de la cintura pero no pudo reprimir el impulso de rozar su propia excitación contra el trasero del otro.

Notó como el chico tragaba, con el cuerpo tenso entre sus brazos y decidió hacer algo para calmarle. Comenzó a repartir pequeños besos en su nuca, cuello y hombro, susurrando incoherencias con voz ronca y acariciando su estómago con una mano hasta que el otro gimió su nombre.

La mano de Arthur cogió la suya y la guio hacia su entrepierna. Podía notar el calor en las mejillas sonrojadas del chico y sonrió.

Deslizó la mano, colocándola sobre su entrepierna y empezó a acariciarle por encima de la ropa, sacándole jadeos y suspiros.

No tardó demasiado, acabando con un gemido largo que casi le hace acabar a él. Sin embargo, Gawain se guardó sus ganas y le volvió a besar en el cuello, dejándole una pequeña marca.

Arthur se relajó en sus brazos y Gawain le obligó a quitarse los manchados calzoncillos, para limpiarse con ellos y lanzarlos lejos de la cama.

El chico ya estaba medio dormido cuando Gawain volvió a colocarse tras él, abrazándole.

Estaba seguro de que se iba a arrepentir de todo eso por la mañana, pero… eso sería por la mañana.

En ese momento, solo iba a disfrutar de ese momento y dormir. Aunque fuera con una erección del treinta.

Relato: Descubriendo el pasado. Capítulo 2.

Capítulo 2.

descubriendo el pasado

Para sorpresa y alivio de Arthur, Gawain sí que sabía hacia donde iban.

Tras casi una hora andando por el bosque, acabaron llegando a la carretera, muy cerca del límite de la ciudad de la que iban a salir. El guardaespaldas usó su propia tarjeta de crédito para conseguir dinero y le empujó hacia un Walmart. Su traje y el del pelirrojo estaban rotos y manchados de sangre y tierra. Llamaban demasiado la atención.

Allí compraron ropa más normal, vaqueros y camisetas para un par de días. Nada de trajes. Con todo eso preparado, Gawain consiguió un coche de segunda mano en una tienda y condujo hasta la siguiente ciudad sin parar ni para comer.

Arthur quería protestar y mucho.

Tenía hambre, estaba cansado y asustado. Algo normal dadas las circunstancias. Pero sabía que ponerse a protestar como un niño no iba a servirle de nada y que Gawain estaba haciendo lo mejor que podía para protegerle.

Cuando por fin se detuvieron, casi a la noche, a las puertas de un motel mugriento, Arthur no estaba seguro de si debía alegrarse o llorar. El sitio era deprimente.

Gawain le dejó en su habitación y volvió a salir, prometiendo traer comida a su regreso.

Arthur observó la habitación y gimió. Era minúscula, con dos pequeñas camas en las que casi no iban a entrar y un diminuto baño.

Entendía el porqué. Resultaba más sencillo proteger un espacio pequeño y allí no les buscaría nadie, eso era seguro. No iban a imaginar que un multimillonario se estaba escondiendo en semejante cuchitril.

Pero lo único que podía pensar Arthur era que allí no tenía manera de huir de su sueño. No con el protagonista durmiendo en la cama de al lado o paseándose por la habitación ligero de ropa.

¿Cómo iba a sobrevivir a eso?

Una hora después, Gawain aparecía con una bolsa de comida rápida y una expresión nada feliz.

– ¿Has conseguido hablar con Lance? – le preguntó, sabiendo que ese era el motivo de su seria expresión.

Gawain suspiró, sacando paquetes de comida china de la bolsa y ofreciéndole un par de ellos a Arthur. Cuando este los abrió se sorprendió al ver sus favoritos. Arqueó una ceja ante eso. ¿Cuándo había aprendido Gawain lo que le gustaba comer del chino?

El pelirrojo se sentó en la otra cama, frente a él con su propia comida.

– No está nada contento, obviamente. – eso debía ser la subestimación del siglo, conociendo a Lance. – Pero nos ha dicho que sigamos así. Que lo más seguro es ir por carretera, como teníamos planeado y mantener un perfil bajo hasta que podamos llegar a un lugar más seguro.

– ¿Dónde? – preguntó Arthur, dando un bocado a sus tallarines. Estaba muerto de hambre y esos tallarines estaban deliciosos.

– En Filadelfia hay una sede de Kamelot. – el chico la recordaba. Había acompañado a sus padres allí cuando era pequeño. – No es ni la mitad de grande pero es lo más seguro que podremos estar hasta que vengan a recogernos. Mientras, no es recomendable pasar mucho tiempo en el mismo sitio. Hoy dormiremos aquí y nos iremos a primera hora hasta la siguiente parada.

– Uhm.

– ¿Hay algún problema?

¿Algún problema? Pensó Arthur, frustrado.

Si, sí que lo había.

El problema era que había soñado con ese hombre y fue el mejor sueño erótico de su vida. El problema era que eso podía ser un antiguo recuerdo y ahora no sabía como mirar al otro a los ojos.

El problema era que Gawain ya no llevaba el traje negro y la camisa blanca que eran su uniforme como personal de seguridad. Llevaba unos vaqueros rotos estrechos, una camiseta negra que se le ajustaba como un guante y una sudadera que llevaba abierta en ese momento y Arthur no podía dejar de mirarle el pecho.

¿Qué iba a hacer si volvía a soñar con Gawain? En tan diminuto espacio era imposible que el otro no lo notara. Arthur estaba muy seguro de que no había sido nada silencioso esa mañana.

¿Y si volvía a tener un sueño de esa clase y Gawain le escuchaba?

No pensaba que pudiera haber algo más vergonzoso.

– No, ninguno. – mintió y siguió comiendo sus rollitos de primavera.

¿Qué iba a decir?

¡Ah, Gawain, adivina! Estoy teniendo sueños con nuestro pasado y por lo visto, estábamos liados.

Gawain era el único del grupo que no sabía que era un renacido.

Cuando Merlin hizo su pacto con la Dama del Lago, Lydia, para usar Excalibur y resucitarlos a todos en un futuro no contó con si debían o no saber sobre ese pacto o su vida anterior.

La mayoría lo fueron averiguando poco a poco, unos por sueños o visiones y otros, como en el caso de Lance, porque el propio Merlin se lo contó.

Pero Gawain jamás tuvo ningún sueño o visión sobre su antigua vida y se asumió que nunca recordaría nada. Y eso estaba bien para todos.

Tener recuerdos de tu vida pasada a veces hacia la actual más complicada.

Como el caso presente, por ejemplo.

Terminaron de cenar, en silencio, cada uno metido en sus propios pensamientos. Arthur con sus preocupaciones ridículas y Gawain considerando si podía permitirse el lujo de dormir o si debía hacer guardia toda la noche.

Finalmente optó por dormir. Al día siguiente debía conducir unas cuantas horas hasta el siguiente motel, donde Lance les había reservado una habitación y no podría si estaba agotado. Ahí estaban a salvo por esa noche.

Fue al baño a darse una corta ducha y, cuando regresó, se encontró con que Arthur se estaba desvistiendo. Tenía los vaqueros abiertos, mostrando sus bóxer azules y sin camiseta.

El chico no estaba tan fuerte o marcado como él o el resto de los guardias. Y era lógico. Gawain le había llevado al gimnasio con ellos durante sus primeras semanas trabajando juntos para poder establecer un lazo con el chico y que este dejara de desconfiar de él. Necesitaba su confianza si quería poder protegerlo como era debido.

Consiguió esa confianza, su amistad y un compañero de gimnasio diario. Pero, obviamente, no estaba tan fuerte como el resto.

Sin embargo, seguía teniendo un buen cuerpo. Delgado pero muy atractivo.

Y Arthur era muy guapo, además, con ese pelo oscuro y unos ojos verdes de película. Gawain no estaba ciego. Pero era su jefe y con el trabajo no se tonteaba. Esa era su norma.

Eso no prohibía que pudiera disfrutar de la vista.

Carraspeó, llamando la atención del otro quien se sonrojó al ser sorprendido de semejante guisa, haciéndole reír.

Y ahí fue cuando la cosa se puso algo rara, en opinión de Gawain, ya que, como acababa de salir de la ducha, él solo llevaba la toalla en la cintura y poco más. Se había olvidado la ropa allí y pensaba vestirse sentado en su cama. Nada que no hubiera hecho mil veces también en el vestuario delante de todo el mundo, Arthur incluido.

Pero el chico le observaba como si no le hubiera visto nunca, con los ojos clavados en su pecho y Gawain arqueó una ceja, intrigado.

¿Sería posible que Arthur le encontrara atractivo?

No pensaba hacer nada con esa información, porque no se mezclaban el trabajo y el placer, pero…

Decidió hacer una prueba.

Cogió unos pantalones de chándal que había comprado antes y se quitó la toalla, para ponérselos. Casi se carcajeó al ver la reacción de Arthur, que fue la de sonrojarse como un tomate maduro y ser incapaz de apartar la mirada. Una mirada que se volvía más y más ardiente por segundos.

Interesante, pensó mientras se ponía una camiseta, decidiendo dejar de molestar al otro.

– Deberíamos dormir ya. – le dijo, sonriendo sin poder evitarlo al ver que el otro seguía en shock. – Mañana va a ser un día muy largo.

– Si, claro.

Y el peor miedo de Arthur se hizo realidad. O sueño.

Cuando volvió a ser consciente de algo se vio en un lugar muy diferente al que se había ido a dormir. No estaba en la habitación del motel, estaba sentado al pie de un árbol.

Al mirar a su alrededor, vio que estaba en lo más profundo de un bosque. Veía y escuchaba a otros hombres, hablando, riendo. Los caballos relinchaban, no muy lejos. Escuchaba agua correr y chapotear muy cerca de donde estaba.

Se había sentado apartado de los demás. No recordaba que momento era ese, pero si sentía que deseaba estar solo y tranquilo.

Pero, claro, su sombra siempre estaba ahí, aunque él no lo deseara.

Gawain estaba delante de él, vestido con ropas más gruesas y ásperas que las de su anterior sueño. Algo en su cerebro le dijo que era la que solía llevar bajo la armadura, tela fuerte para mantenerlo caliente y protegido bajo el metal.

El pelirrojo le sonrió, una sonrisa cansada pero afectuosa y se arrodilló frente a él, para poder besarle de la misma tierna manera que lo había hecho en el otro sueño.

Arthur no pudo evitar un gemido, tanto había deseado repetir ese beso.

Alargó las manos y cogió del rostro al otro hombre, obligándole a sentarse sobre su regazo en el suelo.

– Cualquiera diría que me ha echado de menos, majestad. – rio Gawain, volviendo a besarle. Arthur le abrazó por la cintura, tratando de acercarlo aún más.

Jadeó al sentir la dureza del otro frotándose contra la suya. Los ojos azules de Gawain se oscurecieron un tono cuando le volvió a mirar.

– ¿Quieres hacerlo delante de todos esos soldados? – le susurró Gawain al oído, moviendo las caderas para buscar más fricción. Arthur volvió a jadear, casi sin aire. – Estoy seguro de que puedo hacerlo sin que ellos se den cuenta. Pero debes estar en silencio. ¿Crees que puedes guardar silencio por mí?

– Si. Si.

– Bien.

Gawain se incorporó lo justo para poder acceder a la ropa de Arthur y abrirle y bajarle los pantalones que llevaba, liberando su ya hinchado miembro. Le acarició un par de veces antes de dedicarse a quitarse sus propios pantalones.

Echó un rápido vistazo por encima del hombro, para comprobar que los demás estuvieran en sus propios asuntos y volvió a sentarse sobre Arthur, frotando su trasero contra su miembro, sacándole un tembloroso gemido que se apresuró a acallar con un beso.

Al separarse, le sonrió y le hizo un gesto para que guardara silencio. Arthur asintió y se mordió el labio mientras veía como Gawain se preparaba a sí mismo, sin dejar de mirarle a los ojos, con las mejillas enrojecidas y la respiración agitada.

Una eternidad después, si le preguntabas a Arthur, Gawain se empaló a si mismo con el miembro de Arthur y comenzó a moverse rítmicamente.

Cuando los jadeos de Arthur empezaron a subir el volumen, le tapó la boca con la mano, casi riendo al ver su expresión de enfado.

Para vengarse, Arthur comenzó a acariciarle haciéndole perder el poco control que le quedaba. No tardaron en acabar. Demasiado para los dos.

Arthur abrazó a Gawain, quien escondió el rostro en su cuello, y cerró los ojos.

Al volver a abrirlos volvía a estar en la habitación del motel y Gawain le observaba con una expresión de diversión que debería ser ilegal en cualquier situación.

– ¿Qué? ¿Hemos soñado algo interesante?

Arthur sabía que no iba a salir vivo de ese viaje. Ya empezaba a arrepentirse de que no le hubieran matado el día anterior.


¿Te ha gustado?

Pues dentro de dos semanas, más.

Y, recuerda, si llegas a casa, después de un largo día y quieres desconectar y no hay nada interesante en la tele y es demasiado tarde para buscar ningun libro en las librerías…relato

¿Qué puedes hacer?

¡Fácil!

Encontrarás montones de relatos y novelas de fantasía urbana con las que evadirte y disfrutar de una buena lectura en este blog o en mi página de Amazon.

¿A qué esperas?

¡Nuevo podcast! Mi aventura de escribir: Kamelot 2.0

¡Nuevo podcast! Mi aventura de escribir: Kamelot 2.0

podcast

 

¡Hola! ¿Qué tal, queridos aventureros?

Bienvenidos de nuevo al podcast de Mi aventura de escribir. Soy Eva Tejedor, autora de fantasía urbana y hoy te voy a hablar de una de mis novelas, Kamelot 2.0.

En Kamelot 2.0 te cuento la historia de Arthur, el heredero del multimillonario Uther P. Drake, dueño de Kamelot, una de las empresas más grandes y ricas de Estados Unidos.

Arthur lleva media vida escapando de su destino pero el asesinato de su padre le obliga a regresar a casa y a asumir una responsabilidad que no desea, además de enfrentarse a unos enemigos que están más cerca de lo que creía.

Te invito a que sigas a Arthur, Merlin y sus caballeros en una novela repleta de magia, intriga y aventuras donde la historia amenaza con repetirse.

Kamelot 2.0 es la segunda parte del universo de La Comunidad Mágica vs La Orden y, como todas las demás, se puede leer por separado aunque resulta más divertido si las lees todas juntas, porque se complementan unas a las otras.

Esta fue mi segunda novela, justo detrás de Jack T.R. Escribí su segundo borrador mientras corregía la otra. Entonces tenia más tiempo libre que ahora. Y más ideas.

Al principio, ambas novelas no iban a estar relacionadas. Iban a ser historias independientes con la fantasía como única cosa en común. Pero luego pensé que era mejor si ambas estuvieran en el mismo universo.

Y no solo eso. Si no que también los personajes pudieran conocerse y relacionarse en un futuro. No en estas, porque ya estaban cerradas pero en unas futuras.

Una de las cosas que me encantan de los comics, las series y pelis de superhéroes son los cameos. Las visitas de unos personajes al comic de otros siempre me han resultado muy divertidas y los crossovers lo más entretenido de algunas series. Y eso era lo que quería hacer en mi universo.

Pero ya hablaremos de ese tema en otra ocasión. Hoy toca hablar de Kamelot 2.0 y, para ello, hay que hablar de sus personajes.

Esta novela tiene un buen numero de personajes pero podrías considerar protagonistas principales a Arthur y Merlin.

Arthur P. Drake es el hijo menor de Uther y su segunda esposa, Ginny y el heredero legítimo de la fortuna y la empresa de su padre. Uther desheredó a su hija mayor, Morgan (fruto de su primer matrimonio) porque esta se alió con su mayor enemigo, Mordred e intentaron hundirle.

Arthur ha sido un consentido toda su vida. Cuando su madre murió en un sospechoso accidente, su padre decidió que llevaba mejor la pena si no trataba con sus hijos. Así que el chico ha pasado media niñez y toda su adolescencia sin tener a su padre cerca.

Se metió en tantos líos que Uther le acabó enviando a Europa a estudiar para evitar que terminara en la cárcel. Con la muerte de Uther, Merlin decidió ir a buscarlo ya que Arthur no tenía ninguna intención de volver, ni siquiera para hacerse cargo de su herencia.

Ese mismo día, Arthur empezó a tener sueños extraños sobre batallas, espadas y caballeros. ¿Coincidencia? No lo creo.

No es mal chico, en realidad. Más bien exageradamente mimado y algo perdido pero con la ayuda de Merlin, Lance y Gawain va a encontrar el camino correcto.

¿O no?

Joss Merlin, por otro lado, ha tenido una vida muy diferente.

Oficialmente, Joss tiene algo más de cuarenta y ha pasado la mayor parte de su vida trabajando para Uther. Este le recogió de la calle cuando no tenía más de dieciséis años y le robó la cartera en una callejuela de Londres. A Uther le hizo gracia y al enterarse de que no tenía familia ni hogar, le dio un trabajo y le ayudó a entrar en buenos colegios. Hasta le acogió en su propia casa con su familia, siendo el hermano mayor que Arthur nunca quiso.

Uther tendía a compararlos y Arthur siempre perdía.

Extraoficialmente, Merlin es el mago Merlin que, al poco de morir Arturo en su combate contra Mordred, hizo un pacto con la Dama del Lago para sobrevivir hasta el tiempo presente. Ambos debían esperar el regreso de Excalibur, que estaba perdida y sin poder.

Cuando la espada regresara, todos los implicados en la última batalla tendrían una segunda oportunidad de reescribir su historia.

Merlin lleva siglos esperando, acompañado solamente por la Dama del Lago (la cual no es una maravilla de compañía). Esperando a que regresen las dos personas más importantes de su anterior vida. Su mejor amigo y la persona que más ama del mundo.

Ha tenido que esperar muchísimo, pero ya les tiene de vuelta y no piensa permitir que se los vuelvan a arrebatar.

¿Conseguirá que Arthur regrese para restaurar Excalibur y así evitar que la historia se repita?

La relación entre Arthur y Merlin es, como te he mencionado antes, la de hermanos mal avenidos. Se quieren, se necesitan pero se detestan como buenos hermanos que son. No puede ser de otra manera y quien tenga hermanos sabrá de lo que hablo.

Merlin, también, tiene una relación especial con La Dama del Lago. Ella fue quien le dio Excalibur para Arthur, quien le ayudó en la última batalla y quien le ha dado vida gracias a un hechizo para que pudieran esperar al regreso de Excalibur.

Han pasado siglos, los dos solos, jugando al ajedrez y hablando. Hablando muchísimo.

La Dama también tiene su sitio en la historia presente. Ya lo descubrirás, no quiero estropearte esa sorpresa.

De entre los personajes secundarios habría que destacar a Lance, que no es protagonista pero tampoco es un secundario secundario y su relación con Merlin, en especial, lo hace importante para la historia.

Lance Lothsome era un marine condecorado que empezó a trabajar como jefe de seguridad de Kamelot para Uther cuando dejó el ejército. Así fue como conoció a Merlin, del que no se fiaba un pelo y tildaba de aprovechado por la forma en que el chico llegó a la vida del millonario.

Cuando la segunda esposa de Uther murió en el sospechoso accidente, Merlin estaba en el coche con ella y se quemó las manos tratando de sacarla del coche en llamas. Desde entonces siempre lleva guantes para evitar que se le vean las cicatrices.

Están tan dañadas que le cuesta mucho cosas tan simples como abrocharse un botón o ponerse el reloj… a los únicos que ha permitido que le ayuden y le vean en esa situación han sido solo Uther y Lance.

Después del accidente, Lance dejó de sospechar de él y empezaron a trabajar juntos, haciéndose amigos.

Y esa amistad acabó convirtiéndose algo más. En la actualidad, ambos mantienen una relación que intentan que sea discreta de cara al resto del personal. Todo el mundo lo sabe, eso sí.

Lance es muy inteligente, un estratega nato. Era el jefe de su unidad y llevó acabo muchas misiones con éxito. Decidió dejarlo por cuestiones personales y Uther le hizo una oferta que no pudo rechazar, dándole un sueldo muy generoso y dejándole libertad para escoger a todo su equipo y manejarlo a su antojo.

Todo lo relacionado con seguridad, por nimio que sea, pasa por Lance.

Otro personaje secundario importante seria Gawain. Alexander Gawain, es un antiguo hacker convertido en parte del equipo de seguridad de Kamelot por idea de Uther.

Gawain es un hacker excelente. Tanto que se ha colado en los ordenadores de casi medio mundo, incluidos los de Kamelot pero fue descubierto. Uther decidió darle una oportunidad en vez de enviarlo a la cárcel, así que le ofreció un puesto en su empresa.  Debía superar el entrenamiento del grupo de seguridad durante una semana. Resultó que a Alex le gustó el asunto y pidió quedarse allí y como no lo hacía mal, Lance no puso pegas. Así lo tenia más vigilado.

Gawain es un chico de personalidad alegre. Insufriblemente alegre. Es de los que esta de buen humor un lunes por la mañana en el trabajo, algo que debería ser ilegal. Como solo es un par de años mayor que Arthur, Lance lo ha convertido en su sombra. Le deberá seguir y proteger en todo momento, aunque sea al baño.

Va a chinchar mucho a Arthur, porque Gawain resulta ser bastante trasto pero acabaran llevándose bien.

El resto de los personajes, como la Dama o los demás caballeros los irás descubriendo poco a poco. Salen todos, descuida.

También descubrirás más de Morgan, la hermana de Arthur o echaras un buen ojo a Mordred, el tipo detrás de todo.

Todos ellos tienen una vida pasada en común. Pero ¿Cuántos saben la verdad de ese asunto?

Verás, cuando empecé a escribir esta historia lo hice con una idea en la cabeza.

¿Qué pasaría si colocáramos la leyenda artúrica en nuestros días? ¿Cómo la contaríamos?

Otra de las ideas para la historia estaba basada en Excalibur y su propia leyenda.

Voy a contarte mi propia versión, creada para este universo, de la leyenda de Excalibur.

En mi versión, Excalibur está creada con parte de la Lanza del destino, cuya magia hereda. Fue forjada en Avalon y custodiada por la Dama del Lago hasta que se la prestó a Merlin para Arthur. Es una de las tres reliquias que aun existen en el mundo mortal.

Tras recuperar la espada, la Dama la perdería, siglos después, en el mundo mortal. Excalibur acabaría en manos equivocadas, en varias ocasiones.

Uther la acabaría encontrando en un monasterio derruido. Rota y casi sin poder, tardaría años en recuperarse y solo se completará cuando esté de nuevo en manos de su rey.

Es gracias a la magia de Excalibur que la Dama consigue trastocar el ciclo de reencarnaciones para que ella y Merlin vuelvan a reencontrarse con Arthur y sus caballeros.

¡Y tiene vida propia!

Eso fue algo que vi en una vieja película y me encantó. No sé si habrás visto The librarians. Es una serie que se canceló hace un par de años o así y era muy divertida, sobre un bibliotecario que en realidad se dedica a recuperar objetos mágicos gracias a la ayuda de una biblioteca mágica. Es muy absurda pero muy divertida. La serie estaba basada en una trilogía de películas igual de absurdas (y malas).

Pues uno de los objetos mágicos de esa biblioteca era Excalibur. Y esta Excalibur podía moverse a voluntad y hacer lo que le diera la gana. Aparecía, desaparecía, peleaba…

Eso me gustó y me guardé algo parecido para mi Excalibur. Ya lo verás.

Y hasta aquí. No voy a contarte más de la novela o no te hará falta leerla, aunque solo te he mostrado un porcentaje mínimo de ella.

¡Ve a leerla ya!

Puedes encontrar Kamelot 2.0 en Amazon, buscando por mi nombre, Eva Tejedor, o en mi blog, miaventuradeescribir.com.

¡Espero que la disfrutes!

¡Hasta la próxima!

Escucha «Mi aventura de escribir: Kamelot 2.0» en Spreaker.

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Kamelot 2.0: la relación entre Arthur, Merlin y Uther

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Kamelot 2.0: la relación entre Arthur, Merlin y Uther.

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Cuando pienso en mi Kamelot 2.0, me viene a la cabeza siempre Arthur, Merlin y su relación entre ellos y Uther.

Además de ser una novela sobre fantasía urbana y parte de un universo más complejo de lo que parece, es también una historia sobre relaciones, confianza y aceptar tu lugar.

Y la principal relación que se trata es la de Arthur y Merlin con Uther.

Uther es la razón por la que esos dos existen y trabajan juntos. Tanto en el universo de mi novela como en la leyenda artúrica.

En la leyenda artúrica Uther pide a Merlin ayuda para seducir a la dama Igraine, librándose de su esposo y concibiendo a Arthur. El niño sería criado lejos de Uther, el cual se volvería loco y acabaría siendo el único heredero real de la corona de Inglaterra y de Excalibur.

En mi universo, Uther tendría sueños con su yo del pasado, quien le va indicando donde encontrar, primero a Excalibur y luego a Merlin. Todo para proteger a Arthur, el cual todavía era un bebe.

Uther, en una visión tras encontrar Excalibur, vería dónde y cómo conocería a Merlin, a quien acogería (aún era un adolescente cuando hizo el pacto con la Dama y no ha envejecido nada. No lo hará hasta que esté en Kamelot con Uther y su familia.)

Merlin acabaría viviendo con Uther y su familia, convirtiéndose en su sombra y su mano derecha en todo lo relacionado con los negocios y con Excalibur. Sería idea de Merlin contratar a la Dama, a Gawain… buscó uno a uno a todos los caballeros reencarnados para reunirlos de nuevo con su rey.

Reuniendo de nuevo lo que una vez fue su familia.

Arthur se vio forzado a tener un hermano, un protector que no deseaba pero que tenia impuesto. Y un destino del que quería huir a toda costa.

¡Oh, el destino de mi pobre Arthur!

Huye de ese camino que le han trazado una y otra vez… pero no puede escapar. Cada paso que da le lleva de vuelta a Kamelot y a Excalibur.

Merlin lo sabe y no quiere obligarle, pero el intento de Morgan de vender la empresa a su mayor rival le obliga a traer a Arthur de vuelta.

Y todo lo que ocurre después… ya es historia.

¿Quieres saber que pasa?

¡Ven a leerlo en Kamelot 2.0!

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Resumen Semanal: Segunda semana de Junio

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Resumen Semanal: del 11 al 15 de Junio.

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Lunes.

Empezamos la semana con un post sobre Excalibur, la espada legendaria. Un nuevo post sobre objetos mitológicos para la colección.

¿Quieres saber cositas sobre la espada de Arturo? O, mejor aún… ¿Quieres saber cosas sobre la Excalibur de Kamelot 2.0?

Pues entra y te cuento todo.

 

Martes.

Y la Tuit-Curiosidad de esta semana va sobre La Orden, la organización ficticia que inventé para mis novelas.

¿Quiénes son? ¿A que se dedican? ¿Qué planean?

Ven a mi Twitter y te lo explico todo.

 

Miércoles.

Seguimos con el relato El juego de La Orden, donde habíamos dejado a Will y Charles investigando una pista sobre los asesinos.

¿Podrán atraparlos? ¿Descubrirán la verdad? ¿Qué será será?

¡Ven a averiguarlo!

 

Jueves.

¡Nuevo capítulo del Tuit-Relato!

Los hermanos lobo han encontrado la base de La Orden en Chicago.

¿Encontraran a su hermano allí? ¿Qué harán con él si lo encuentran?

¡Esto y más en este nuevo capítulo!

 

Viernes.

¡Por fin es viernes! Vamos a descansar un poquito, que el finde es para trabajar lo nuevo del blog y escribir.

 

Excalibur, la espada legendaria.

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Excalibur, la espada legendaria.

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A estas alturas si no sabes lo fan que soy de las leyendas artúricas y los objetos mitológicos, es que no me lees en absoluto.

Adoro el mito artúrico.

Por eso, hablar de Excalibur es para mí un placer enorme. Un día te contare todas las tonterías que sé sobre el grial o Avalon o el verdadero Camelot o… ya se me ocurrirá algo XD

Pero hoy le toca a Excalibur, la espada legendaria del rey Arturo.

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Primero te voy a contar las versiones más oficiales. Luego, las mías, que son más entretenidas.

Hay varias versiones sobre como Arturo consiguió Excalibur. La más conocida es sacándola de una piedra, en la que estaba clavada esperando a que un rey verdadero y digno la encontrara, convirtiéndolo, inmediatamente, en rey de toda Inglaterra.

El cómo llega a la piedra también tiene varias versiones. Me gusta más la de un Merlin enfadado con Uther, a quien le arrebata Excalibur para clavarla mágicamente en una piedra esperando un nuevo rey, ya que Uther había perdido el norte.

Otra versión de cómo aparece Excalibur en el mundo de los mortales es de manos de la Dama del Lago. La mágica criatura que protege el camino a Avalon y todos sus secretos sería quien entregaría Excalibur a Merlin para usarla, primero con Uther y luego con Arturo.

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¿Quién forjó la espada?

Esa sería una buena pregunta. También según versiones, desde Merlin a la propia Dama.

Sigo prefiriendo la versión que creé para el universo de mis novelas, que está todo un poquito mezclado.

En mi universo, Excalibur está forjada con la mitad de la Lanza del Destino, cuya magia hereda. Forjada en Avalon y cuidada por la Dama del Lago, quien la ha guardado como una de las tres reliquias que existen aún en el mundo mortal.

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(La otra parte de la Lanza del Destino es la segunda reliquia, vigilada por Alger hasta que es apresado por Mengele. La tercera reliquia es una sorpresa que me reservo para futuras novelas.)

La Dama del Lago se tropezaría con un joven Merlin, años antes de que este conociera a Arturo y se uniera a su causa, y se interesaría por él. Su curiosidad por el extraño mortal mágico (algo que no era muy común en esa época) haría que acabara prestándole Excalibur cuando Merlin acudió a ella pidiendo consejo con la promesa de devolvérsela cuando ya no la necesitara.

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Al principio de mi novela Kamelot 2.0 cuento el final de la batalla del monte Camlann, tras la muerte de Arturo. El mismo Merlin está herido de muerte pero quiere antes enterrar a sus amigos y devolver Excalibur a la Dama. Esta aparece y le acompaña durante esos últimos instantes, contrariada porque va a perder su nuevo entretenimiento, así que le hace una oferta.

Ella le ofrece salvarle, darle vida eterna incluso, si accede a quedarse junto a ella. Pero Merlin no solo había perdido a sus amigos, sino también a alguien muy especial, así que la Dama sube su oferta. Vida eterna y sus amigos regresaran, reencarnándose en un futuro. Usará la magia de Excalibur para ello, ya que la espada ha disfrutado de su tiempo con Arturo y también lo quiere de vuelta.

¿Cuándo sería eso?, pregunta Merlin.

Ni la Dama lo sabe. Cuando el ciclo esté listo, cuando sea el momento… Pero volverán.

Y vuelven.

Excalibur pierde gran parte de su poder y su magia al trastorcar el ciclo de reencarnaciones. Es por eso que, cuando Uther la encuentra en la demolición de un antiguo monasterio, está rota y oxidada. Tarda años en recuperarse y solo se completa al volver a las manos de Arturo.

Pero Excalibur sigue conectada a la Dama, a Merlin, a Arturo… a su historia y a Avalon, su lugar de nacimiento.

Me pregunto si me dará tiempo de hacer que mis personajes puedan visitar Avalon. Si conseguiré hacerles dar una vuelta por ahí, conocer sus verdaderos orígenes. Porque algunos (Merlin, Lance) saben que son reencarnados. Pero otros no.

¿Qué pasaría si Gawain, por ejemplo, descubriera que está ahí por capricho de una criatura mágica? ¿Y si se enterara de que la Dama no es humana?

Lo sabremos… aun no, porque primero tienes que conocer a Astrid, de la que estoy cada día más enamorada. Pero pronto…

Recuerda que, si no has leído Kamelot 2.0 (más, muy mal por tu parte, también te lo digo) la puedes encontrar aquí y disfrutarla como buena persona que eres.

Y, como ya eres una buena persona, coge y léete también Jack T.R.

También puedes encontrarlas en Amazon. 

 

Objetos mágicos de la literatura

Los objetos mágicos molan.

Ya te he comentado mis bichos sobrenaturales favoritos.

Y mis series favoritas que me inspiran para los personajes.

Ahora toca… ¡objetos mágicos!

Y tú dirás… ¿Objetos qué? ¿De qué hablas?

¡Objetos míticos!

Simple, cosas que no existen y con algún poder sobrenatural, aunque no siempre.

¿Qué para que quieres eso? Para lo mismo que el post sobre libros mágicos. Para todo y para nada.

¿Y de qué objetos voy a hablarte?

Tres que me encantan, personalmente. Dos ya los he mencionado en mis novelas e, incluso, uno ha salido. El tercero fue protagonista de una de mis películas de aventuras favoritas.

Primero… Excalibur. ¡Oh, venga! ¡Todo el mundo adora Excalibur! ¿Quién no quiere tener una espada mágica que te hace rey?

Pues eso.

objetos

Excalibur era la espada mágica de Arturo. La Dama del Lago se la entregó a Merlin y este la clavó en una piedra en un cabreo, diciendo que solo el auténtico rey de Inglaterra podría sacarla. Años después, un joven Arturo, hijo ilegitimo del rey Uther, apareció y consiguió hacerse con ella. Y creo Camelot y… y ya sabemos cómo acabó eso. Regular XD

Obviamente, Excalibur sale en mi Kamelot 2.0. ¿Cómo no iba a salir? Y no, no te hace rey de nada, pero si le tiene cariño a Arturo y aparece para protegerle más de una vez.

Adoro la leyenda artúrica… se nota, ¿verdad?

El otro objeto mítico que ha salido mencionado en un par de mis novelas es la Lanza del Destino.

¿Por qué?

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Fácil. La Lanza del Destino es una leyenda fascinante. Se supone que es la punta de la lanza con la que se remató a Cristo en la cruz. Longinos, un soldado romano, fue uno de los encargados de rematar a los crucificados ese día. Al hacerlo con Cristo, su sangre manchó la lanza y resbaló hasta caer en sus ojos, devolviéndole la vista, ya que el soldado estaba quedándose ciego desde hacía tiempo. Al darse cuenta del milagro, cogió la lanza y la escondió en el desierto.

La verdad es que eso es solo un mito. Sale mencionado en los evangelios apócrifos y poco más. No se puede confirmar nada, obviamente. Y, aunque hay varias reliquias con el mismo nombre en museos y en el mismo Vaticano, la verdadera jamás apareció.

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En la Segunda Guerra Mundial, Hitler, que era famoso por su afición a los objetos míticos, fundó un equipo solo para buscar cosas como la Lanza del Destino o el Santo Grial, el otro objeto del que te voy a hablar.

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El Santo Grial o la supuesta copa que Cristo usó en su última cena con los apóstoles y compartió el vino con ellos. A esa copa se le adjudica el poder de dar la vida eterna. Como bien pudimos ver todos en mi peli favorita, Indiana Jones y la última cruzada, esa vida eterna tenía un precio. No se podía sacar la copa de donde estaba oculta y, si elegías mal, te quitaba la vida en vez de dártela.

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Adoro esa peli… adoro la trilogía completa (voy a ser un poco Arturo González-Campos y voy a hacer que la cuarta no existe…). De pequeña quería ser arqueóloga solo por ver esas películas. Salvo por las arañas… si tengo que meterme en un sitio con tanta araña, hago mi mejor imitación del Correcaminos y salgo pitando en dirección contraria.

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El Caliz aún no lo he sacado en ninguna novela, pero caerá… ¡es demasiado apetecible para no usarlo!

Y hasta aquí mis cacharritos mitológicos favoritos.

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¿Y tú? ¿Tienes alguno que te guste? ¿Alguna leyenda favorita con objetos mágicos o malditos?

Oh, de objetos malditos hablaremos otro día… eso tiene un post para ellos solitos…

PD… ¡Recuerda que mis novelas siguen en Amazon y Lektu a precios absurdos! ¡No te las pierdas!

 

¿Te cuento un sueño?

¿Te cuento un sueño?sueño

Kamelot 2.0 era un sueño de años atrás. Un sueño de cuando era pequeña y veía películas y series sobre Arturo y su Camelot.

Seguro que tú también has jugado al “¿Y si…?”, ¿verdad?

Es mi juego favorito. Me encanta coger una historia, una situación, una noticia y pensar… ¿Y si…?

¿Y si esto no acabara así?

¿Y si movemos a los personajes al presente?

¿Y si…?

¿Y si una criatura inmortal se acabara aburriendo de su inmortalidad y la soledad que conlleva y buscara alguien con quien pasar la eternidad? ¿Y si fuera capaz de trastocar la linea temporal y acelerar las reencarnaciones para convencer a ese alguien?

Así empieza Kamelot 2.0, con la muerte de Arturo y sus caballeros en su última batalla contra Mordred y Morgana y con la Dama del Lago dándose cuenta de que va a perder al único humano con el que no se ha sentido sola.

Lo que promete hacer para no perderle es lo que provoca toda la historia.

Kamelot 2.0 es mi historia favorita. La acabé incluyendo en el universo de Jack T.R. y usé sus personajes más tarde en la otras dos novelas aunque esa no era la idea original.

No iban a estar relacionadas. Luego se me ocurrió que podrían existir en el mismo universo y unirse en un momento determinado. Aun no he traído de vuelta a Aidan, pero lo hará. Pronto.

Disfruté muchísimo escribiendo esta historia. Y reescribiéndola cuando vi que la primera versión parecía más un fic que una novela corta. Y revisándola y quitando lo que sobraba y añadía nuevas cosas, como el final.

Creo que cambie el final como cuatro veces XD

Si tengo que darte razones para leer Kamelot 2.0 te diré que si te gusta la fantasía, te va a gustar. Si te gusta la aventura, también. Si te gustan las leyendas artúricas, te encantará. Si te gusta la magia y las historias que no son convencionales, esta es la tuya.

Y si te gusta pasar un rato con algo diferente que te va a proporcionar diversión y entretenimiento, ve a por ella.

Kamelot 2.0 era mi sueño y lo he compartido contigo.

¡Disfrútalo!

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