Entrevista a… Alec Patterson de Dagas de venganza

Entrevista a Alec Patterson:

entrevista a

Di tu nombre completo:

Alexander Paul Patterson

¿Edad?

Veintiséis años.

¿A qué te dedicas?

Soy… era agente de policía en Nueva Orleans. Ahora ando un poco en el limbo laboral.

¿Y qué es lo que realmente te gustaría hacer?

Siempre he querido ser policía. Quería ayudar a la gente. Ahora estoy ayudando gente, pero de otra manera. No es mi ideal lo de estar fuera de la ley, pero sigue siendo lo que quería hacer.

Cuéntame… ¿Qué hobbies tienes?

Soy muy fan de los documentales sobre asesinos. Si, es raro, pero siempre me han parecido fascinantes. Mejor que las chorradas de pelis que ve Astrid.

¿Tienes a alguien especial en tu vida ahora mismo? ¿Familia?

No. Mi padre murió trabajando. Mi madre cayó enferma y murió no mucho después. Soy hijo único y mis abuelos también están muertos. Ahora solo tengo a Astrid y su extraña gente. Y estoy bien con eso.

¿Qué es lo que pasa en tu vida en este momento?

Demasiado, si te soy sincero. Todo esto es demasiado para procesar y aun ando llevándome sorpresa tras sorpresa… desearía un descanso de tanta rareza.

Y para terminar… ¿Qué planes tienes para el futuro?

No tengo ni idea. Pero no podemos permitir que esa gente aniquile a medio planeta porque son diferentes. No puedo permitirlo.

 

¿No tienes que leer? ¿Llegas a casa y todo está cerrado y no sabes qué leer?

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Relato: Astrid y Zeus se conocen

Relato: Astrid y Zeus se conocen.

relato

(No tengo mucho que contar últimamente, así que te dejo un relato. Este estaría situado despues de los relatos Dioses y Demonios y Luna llena en Memphis, con los personajes de Dagas de venganza.)

– ¡Maldita sea!

Astrid se llevó una mano a la cara, donde notó algo húmedo y viscoso.

Sangre.

Solo eran las doce de la mañana y ya se había tropezado tres veces y hecho sangre una. Genial.

No iba a acostumbrarse jamás a la ceguera. Se mataría contra un mueble antes.

– ¿Estás bien? ¡Ouch! ¡Menuda brecha!

El bueno de Alec se había quedado a su lado, esperando, como todos, que esa ceguera fuera temporal. Y, en teoría, debía serlo.

Pero los días pasaban y no mejoraba. Tampoco empeoraba, todo había que decirlo.

No había ningún cambio.

Al pasar la primera semana empezó a impacientarse. A la segunda, se desesperó.

Estaban en la tercera y ya solo sentía miedo.

Miedo de que esa oscuridad en la que se había visto obligada a vivir fuera para siempre.

Alec le ayudó a levantarse y la guio hacia el baño, donde empezó a limpiarle la sangre con una toalla mojada.

Cuando, durante su enfrentamiento contra Bauman este le roció con algo en los ojos que la dejó ciega. Los médicos de la Comunidad dictaminaron que sería temporal pero no consiguieron averiguar que fue lo que el asesino usó contra ella.

Tres semanas después, seguía igual.

– Debes tener más cuidado. – la reprendió Alec, mientras curaba la herida. Astrid podía oler el desinfectante. Y sentirlo.

– Estoy harta. – suspiró.

– Lo sé. Pero pronto recuperarás tu vista y todo volverá a la normalidad.

– ¿Y si no? – Alec le dedicó una mirada de confusión. – ¿Y si esto es permanente?

– Los médicos han dicho que será temporal. Debes tener paciencia.

– Deberías volver y esconderte. Así no puedo protegerte. – el chico bufó, molesto.

– No estoy contigo para que me protejas. – y añadió. – Puedo protegerme bien solo.

Astrid iba a replicar algo pero se arrepintió. ¿Qué iba a decirle? Lo normal sería mandarlo a casa, pero Alec no podía volver a su casa. La Orden le tenía en su lista negra. En cuanto se alejará de ella, acabarían con él.

Pero cuando La Orden se enterará de que estaba ciega e indefensa, los matarían a los dos. La única razón por la que aún no lo habían hecho era porque nadie sabía nada.

¿Qué iban a hacer cuando lo averiguaran?

A lo mejor debería poner rumbo a Destruction Bay y descansar allí una temporada, escondidos. Ahí Alec estaría seguro.

Alguien tocó a la puerta y Alec se alejo para atender. Seguramente sería Ambar, que no había querido regresar a su casa para no dejarles indefensos mientras Astrid siguiera ciega.

Pero no fue la presencia de Ambar la que sintió cuando Alec regresó, inusitadamente silencioso.

– Alec, ¿Quién era?

– ¡Wow! Me lo dijeron y no podía creerlo. ¡Una gorgona viva! – Astrid se tensó ante la masculina y desconocida voz.

¿Quién era ese tipo? ¿Le había hecho daño a Alec? Sacó rápidamente la pistola que escondía en su bota y apuntó a la dirección en la que había escuchado al hombre hablar, el cual rio divertido al ver el arma.

– ¿Alec?

– Estoy aquí y estoy bien. No es un enemigo. – eso la calmó un poco. Pero bien poco.

– Eso ya lo decidiré yo. – gruñó ella, haciendo reír al desconocido una vez más.

– Soy Zeus.

– Es un enemigo. – sentenció. Ella no pudo verlo, pero Alec rodó los ojos y se cruzó de brazos.

– ¡Astrid!

– ¡Es un dios! ¡Claro que es un enemigo! – Alec resopló.

– ¡Venga ya! No es un dios. Solo un tío que se llama como uno. ¿Verdad?

– Siempre me ha encantado la incredulidad humana. Les hace adorables. – rio el tal Zeus, ganándose una mirada sorprendida de Alec. ¿De verdad era un dios?

– Irritantes, mas bien. ¿A qué has venido?

– Pues por increíble que te parezca, estoy aquí por casualidad. Venía siguiendo una pista y he escuchado hablar de lo que te ha ocurrido. Así que decidí haceros una visita.

– ¿Por qué?

– Porque tenemos un enemigo común, gorgona. La Orden.

Alec observaba curioso el intercambio. El tío había aparecido acompañado de Ambar, la cual se marchó inmediatamente. Pero la loba aseguró a Alec de que ese hombre podía ayudar a su amiga a curarse. Ahora Astrid había declarado que era un dios. El dios Zeus nada menos. No podía ser verdad… ¿o sí?

El tal Zeus cogió una silla y se sentó frente a la gorgona, que seguía con su pistola en la mano aunque la tenía apuntando al suelo.

– Verás, te hare un resumen rapidito. No contamos con demasiado tiempo. Hace unos meses, mis hijos decidieron que no debía seguir en el Olimpo y me bajaron aquí con mis poderes reducidos para que dejara de molestar. En ese tiempo me hice amigo de un chico adorable que trabajaba en el mismo sitio en el que me estaba quedando.

Astrid pareció relajarse un poco. Al menos empezaba a considerar que ese dios no iba a ser una amenaza para ellos. Venía a pedir algo, eso lo tenía claro.

– ¡Como no! – rio, ganándose una mueca del otro. Alec recordó entonces lo poco que estudió de mitología griega en el instituto. Casi nada, de hecho. Pero si recordaba que el dios griego Zeus era un promiscuo de mucho cuidado.

– No era así. ¿Vale? Finn es distinto. Es especial.

– ¿No has dicho eso de cada amante que has tenido?

– Finn es parte de una familia usada como recipiente físico de un demonio legendario.

– ¡Oh, pobre chico! ¡Menuda herencia!

– La cuestión es que hace un mes o así, Finn fue secuestrado por La Orden. He seguido su pista por medio país hasta aquí. Un tal Bauman lo tenía.

– Mierda…

– Sé que lo has matado. Necesito vuestra ayuda para encontrarlo. Aun puede seguir en la ciudad, escondido en algún sitio.

Astrid suspiró, cansada. Bauman seguía dándole problemas incluso desde la tumba.

– Localizamos un par de naves en el puerto, donde tenían alguna clase de base o almacén. No estamos seguros, no llegamos a entrar. Puede que aun sigan ahí. Hace ya semanas desde que Bauman murió y, probablemente, hayan movilizado todo.

– Ya es algo más de lo que tenía. Gracias.

– Siento no poder ayudar más. Espero que encuentres a tu demonio.

Zeus se levantó, acercándose a Astrid y colocando una mano cerca de su rostro, sin llegar a tocarla. De su mano salió una luz dorada y calidad que le hizo dar un respingo para apartarse, pero el dios la inmovilizó, sujetándola del brazo.

Cuando terminó, menos de un minuto después, Astrid parpadeaba sorprendida, sus ojos volviendo a su color habitual. Hasta ese momento, habían permanecido de un color grisáceo.

– ¿Qué demonios? – Alec se acercó, entre sorprendido y preocupado.

– ¿Astrid?

– Puedo ver. – declaró la gorgona, sorprendiendo a su amigo. – ¿Por qué me has curado?

– Básicamente, ya estaban casi curados. – Zeus se encogió de hombros. – Solo he acelerado el proceso.

– Gracias…

– No me las des. Ha sido por un motivo completamente egoísta. Si La Orden sigue en ese almacén, necesitaré ayuda para entrar y buscar a Finn.

– Cuenta con ello.


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Mi aventura de escribir: Podcast. Los dragones y Jerrad.

Mi aventura de escribir: Podcast. Dragones y Jerrad.

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Escucha «Mi aventura de escribir. Los dragones y Jerrad» en Spreaker.
¡Hola! ¿Qué tal, queridos aventureros? Bienvenidos una semana más al podcast de Mi aventura de escribir, el podcast de mis novelas y mis bichos.

Y de uno de esos bichos vamos a hablar hoy.

Hoy tocan los dragones.

Los dragones, aquellos que son las criaturas más famosas de la mitología y la fantasía. Las más icónicas. De las que se han escrito leyendas, canciones, poemas, protagonistas de cuentos y el perpetuo malo de manual para cualquier aventura épica que se precie.

Los dragones pueden variar en su forma dependiendo del país de donde provengan. Así tenemos el clásico dragón, enorme y de varios colores, que echa fuego y es un adicto al oro o a las damas en apuros, si buscamos en Europa. O el dragón pequeño, tipo serpiente, protector de familias legendarias, venerados, si es que buscas en China.

Hay más clases pero para eso existen libros completos sobre el tema que te recomiendo leer y disfrutar.

Yo me he quedado con el tipo europeo. Grande, vistoso, lanzador de fuego y buscador de pleitos más que de oro.

Yo tengo a Jerrad.

Jerrad es un dragón azul, del tamaño de un elefante y que adora pelear y leer. Tiene bastante mal genio.

Tiene más de mil años y ha participado en cada guerra humana que ha podido. ¿Por qué? Pues porque le gusta, esa es la verdad. Es un soldado nato. Solo quiere una guerra más en la que luchar para tener un motivo por el que existir.

Lamentablemente, como a todas las criaturas mágicas, sufrió la persecución humana hasta el punto de su extinción. Actualmente apenas hay una decena de dragones por el mundo, dispersos y viviendo en solitario.

Algunos han decidido desaparecer en silencio, otros, unirse a los humanos. Jerrad decidió participar en sus guerras sin involucrarse personalmente.

Así que el dragón participó en las guerras santas, en las cruzadas, en la primera Guerra Mundial y en la Segunda también, en la guerra del Golfo, en la de Irak…

Y hasta ahí llegó porque le descubrieron.

En realidad se descubrió solo. Jerrad era el jefe de su batallón, quien dirigía una pequeña y secreta misión para liberar rehenes atrapados en un colegio por las fuerzas enemigas. Acompañado por su grupo de hombres, unos seis soldados, Jerrad descubrió tardíamente que habían sido emboscados.

Los enemigos lanzaron un ataque con misiles y Jerrad tuvo que tomar una difícil decisión. Dejó su forma humana y destruyó los misiles con una llamarada. Luego cubrió a sus hombres con sus alas y su cuerpo y les protegió de las balas y cascotes de la explosión.

Sus hombres reaccionaron con la sorpresa esperada tras semejante descubrimiento pero uno de ellos, el cual era su mejor amigo, reaccionó bastante mal. Empezó a gritarle que era un monstruo y que debían contar al ejército lo que era. Intentaron calmarlo pero no quiso escuchar y salió del escondite cuando aun no estaba despejado el campo.

Un francotirador le abatió a los pocos segundos.

El resto de sus hombres decidieron que no iban a traicionar al hombre (o dragón) que les había salvado en tantas ocasiones y al que respetaban y apreciaban. Así que le ayudaron a salir del país y a escapar del ejército, acompañándole hasta Destruction Bay, el refugio de la Comunidad.

Un día te hablaré de Destruction Bay, un pueblecito real de la zona del Yukón que he convertido en el refugio de la Comunidad. Y un sitio en el que ocurren muchas cosas para tener menos de veinte habitantes.

Jerrad ha pasado allí varios años, viendo pasar por el pueblo a los lobos, Jon y Joseph, o al león, Kenny, o al berserker, Paul y Alger.

Su cariño por los lobos le hizo salir de nuevo al mundo. Sus hombres abandonaron también el pueblo para regresar a sus vidas, ya que la orden de su captura había sido anulada.

Cuando ya no quedó ninguno, Jerrad dejó también el pueblo, buscando a los lobos para ayudarles en su búsqueda del hermano que les faltaba y que trabajaba con La Orden.

Y por eso nos lo encontramos en Dagas de Venganza, donde iba siguiendo la pista de Colby y lo vemos también en el relato 3 Hermanos y lo veremos más en Lobos. Y, para final de año o así, lo veremos en la historia con los leones.

Espero hacerle una historia a Jerrad, como merece. Tal vez fuera de la saga, tal vez no. Aun no lo sé, pero tendrá su momento completo para él solito.

Mientras, disfrútalo en las que ya está, como El Guardian o Dagas de venganza.

En el próximo programa te hablaré del cuqui-porno, esa chorrada que me he inventado para echar unas risas y que va a ser algo permanente en mi repertorio. Espero que te guste.

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Y acuérdate que el oficio de escritor es maravilloso, divertido y me da la vida. Pero los escritores siempre necesitamos un empujoncito.

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¡Hasta dentro de dos semanas, aventureros!

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Podcast. Mi aventura de escribir. Dagas de venganza.

Podcast: Mi aventura de escribir. Dagas de venganza.

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¡Hola! ¿Qué tal, queridos aventureros? Soy Eva Tejedor, escritora de fantasía urbana y thriller sobrenatural y te doy la bienvenida a mi mini podcast.

Por cierto, que este va a ser el último del año, ya que las dos últimas semanas de diciembre voy a darle vacaciones al blog y a todo en las redes sociales. Este año necesito recargar pilas para el año nuevo y lo que se avecina. El siguiente podcast llegará el día 8 de enero.

Pero eso es para otro día. Hoy te vengo a hablar de mi última novela publicada, Dagas de venganza. Esta es otra parte más del puzle de la saga de la Comunidad Mágica vs La Orden que puedes leer por separado o con las demás.

En esta historia seguiremos a Astrid Samaras, una gorgona descendiente de la mítica Medusa, que llega a Nueva Orleans persiguiendo al asesino de su familia. Pronto se cruzará en su camino Alec Patterson, un policía novato con mucho corazón y poco sentido de la supervivencia que decide entrometerse en los asuntos de La Orden. Cuando la milenaria organización pone una diana en su espalda, Astrid intervendrá para salvarle el trasero y ayudarle a detener el plan de La Orden y sus asesinos.

Aquí quise añadir la mitología a la ya explosiva mezcla de thriller y sobrenatural, usando a una criatura poco común y con muy mala fama, las gorgonas. Siempre me ha encantado la historia de Medusa, a la que siempre he creído malinterpretada y mal juzgada.

Medusa era la única mortal de sus hermanas gorgonas, hijas de Forcis y Ceto. Pero en otras versiones, era una hermosa doncella y sacerdotisa en el templo de Atenea. Pero al ser violada por Poseidón, algo que pasaba mucho por esa época, la diosa se enfureció con la chica y la convirtió en ese monstruo que ya conocemos con serpientes por cabello y ojos capaces de convertirte en piedra.

Gracias, Atenea, por ser tan sensible y empática, chata.

En fin, que la historia me ha gustado mucho siempre pero nunca me pareció que la trataran correctamente. Así que yo cogí el personaje y le di algo que no le dieron nunca. Un futuro. Medusa tendría descendencia y llegaría hasta estos tiempos.

Así que tenemos a una gorgona, una chica joven que es capaz de ocultar su apariencia con un hechizo (algo muy usado por otros miembros de la Comunidad) y que anda por ahí buscando venganza por su familia asesinada. Su asesino, alguien que trabaja para La Orden, lleva meses esquivándola, pero ahí, en Nueva Orleans, esa persecución puede llegar a su fin.

Astrid es de origen irlandés. Su padre era un irlandés que se enamoró de su madre, incluso sabiendo lo que era y se la llevó de Grecia para vivir en la campiña irlandesa. Ahí tuvieron tres hijas, pero solo Astrid heredó la naturaleza de su madre.

La pequeña Astrid tuvo que dejar de ir al colegio cuando sus poderes empezaron a aparecer, ya que no tenia control en su apariencia ni en sus ojos, los cuales comenzaron a convertir todo en piedra. Tardó años pero consiguió controlar sus dones al igual que su madre.

El carácter de Astrid tiene un antes y un después. En la novela ya la conocemos como alguien que no está muy centrada. Hablar rápido, come muchas porquerías y a veces no hace sentido lo que dice. Pero eso tiene su explicación, al igual que las veces en las que no muestra piedad por nadie perteneciente a La Orden.

Astrid no era así. Era alguien normal, un poquito especial en su forma de ser pero normal. Al sufrir la pérdida brutal de su familia, se le cruzó un cable y ahí está. No teniendo muy claro si escoger entre salvar a un niño o matar a su presa.

Pero para eso llegará Alec. Alec es un poli novato, hijo de policía que cree firmemente en el lema de la policía. Servir y proteger. Para él no hay nada más importante que eso.

Lamentablemente, su condición de novato lo tiene más buscando bicis robadas y rellenando informes de los veteranos que haciendo otra cosa más importante. Por eso, cuando encuentra un informe de una desaparición que no se está investigando, va de cabeza a mirar.

Alec es muy consciente de sus límites. Y prefiere no correr riesgos estúpidos, pero su forma de ser y su obsesión por la justicia hará que se meta en muchos problemas. También es alguien que no cree en fantasías, así que cruzarse en el camino de Astrid va a provocarle un shock, como poco.

Esos dos tienen una química muy divertida. Sobre todo porque aquí la que manda, la fuerte y la decidida, es Astrid. Alec va armado, pero es salvado por ella muchas veces y quiere salir corriendo otras muchas más.

Y mientras estos dos dan vueltas por Nueva Orleans, una de mis ciudades favoritas y que deseo conocer algún día, La Orden anda también haciendo líos. ¿Qué exactamente? No es algo que pueda decirte aún, pero tiene que ver mucho con intentar destruir a la Comunidad completa.

Y tienen ayuda. La legión de Iscariote, el ejercito secreto del Vaticano, les está ayudando, prestándoles sus asesinos para ocuparse de algunas misiones especiales. Los fans de Hellsing reconocerán el nombre, seguro. Adoraba ese manga.

Así que tenemos a una criatura mitológica buscando a un asesino que trabaja para el Vaticano y para una organización milenaria, que anda secuestrando gente y que nadie investiga y al único policía de la ciudad con las pocas luces como para meterse en semejante lio conscientemente.

Spoiler. Sale un dragón. Lo siento, no he podido evitarlo.

¿Qué ocurre después de esta?

Pues ocurre Lobos de Davenport, que la seguirá casi justo tras lo ocurrido aquí y nos llevará de vuelta a Chicago, para ver como mis hermanos lobo se meten en más jaleos con La Orden y sus planes, porque, por mucho que hacen, esos planes siguen avanzando sin parar. Y veremos de nuevo a Aidan, a Rolf y conoceremos a la manada de Chicago, con Zack a la cabeza.

Ha sido una historia muy divertida de hacer y va a quedar muy bonita cuando acabe de reescribir lo que necesita ser reescrito.

Para los que ya habéis leído Dagas de venganza y tengáis curiosidad sobre lo que ocurre con Astrid y Alec después de la novela, hay un relato corto en mi blog que la continua. Si lo lees, puede que averigües si Astrid consigue vengarse o no.

Y esto es todo por esta quincena. La próxima, que será ya el año que viene, te hablaré sobre Lobos de Davenport, que espero quede poco para publicarla para entonces.

Mientras te recuerdo que puedes conseguir esta y todas mis novelas en Amazon, buscando por mi nombre, Eva Tejedor, o en mi blog, miaventuradeescribir.com.

También te recuerdo que tengo un Patreon en el que puedes contribuir y ayudarme a seguir escribiendo. Hace poquito subí un relato exclusivo para esa plataforma. El primer capítulo está en el blog, pero el resto deberás conseguirlo allí. Puedes encontrarlo en Patreon.com/EvaTejedor.

¡Nos vemos el año que viene!

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Resumen semanal: última semana de julio

Resumen semanal: del 29 de julio al 2 de agosto.

resumen

Lunes.

Esta semana te hablo sobre el animal doméstico más intrigante de todos: el gato.

Y si, su historia tiene mucho que ver con la fantasía.

Jueves.

¡Último capítulo del relato Luna llena en Memphis!

Acabamos esta parte de la historia de Astrid y Alec. Regresarán, eso seguro.

Viernes.

¡Y por fin es viernes!

Y empiezan mis vacaciones. El blog se va de vacas hasta septiembre. Volveremos cargados de nuevos post, relatos y, con suerte, nuevo libro.

¡Hasta septiembre!

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Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 8 y final.

Relato: Luna llena en Memphis.

Capítulo 8 y final.

luna

 

Astrid aparcó el coche en un descampado a las afueras de la ciudad, lo suficientemente apartado de todo como para que nadie pudiera ser testigo de lo que iba a ocurrir.

Mucho mejor así, pensó mientras escondía un cuchillo en su bota.

Presumiblemente, le quitarían sus armas al llegar, así que no estaba de más intentar colar alguna a la fiesta.

En el solar había un edificio en ruinas. Era una antigua fábrica, por lo que parecía. Tenia el tejado completamente destrozado, las pocas ventanas que quedaban no tenían cristales y los muros estaban cubiertos de maleza y pintadas. El suelo era un barrizal, a causa de la humedad en el ambiente.

Iba a ensuciarse las botas nuevas.

Entró al edificio con cautela. El lugar estaba completamente vacío, ningún mueble o cualquier cosa que indicara que estuviera siendo usado. Debía ser uno de esos edificios que La Orden utilizaba para esconder mercancía.

No tardó en encontrar lo que buscaba. La arpía mantenía al chico en el centro del lugar, esposado y con una pistola apuntándole a la cabeza.

No había rastro de Bauman.

–  ¿Dónde está Bauman? – preguntó, molesta. No había venido a discutir con una subordinada. Ya estaba harta de jugar al gato y el ratón con esa sanguijuela.

–  Justo detrás de ti, querida.

Astrid maldijo en voz baja, sintiendo el frío acero del cañón de una pistola apuntándole por la espalda. No le había escuchado venir. Eso le pasaba por distraerse.

–  No sé cómo se me ha pasado el pestazo a mierda cuando te has acercado, la verdad. – repuso. Bauman le golpeó con la culata del arma en la espalda, haciéndola caer de rodillas.

–  Muy graciosa. Vamos a terminar con esto de una vez, que ya estoy cansado de tus continuas interferencias, gorgona. Primero… – Bauman tiró de su brazo, haciéndola girar para rociarle la cara con un spray.

El liquido cayó en los ojos de Astrid, provocándole tal dolor que fue incapaz de aguantar los gritos. Cuando intentó abrir los ojos, veía borroso y el dolor le obligaba a volver a cerrarlos. No tenía idea de que era lo que le había echado pero estaba haciéndole mucho daño.

–  ¡Hijo de puta! – gritó. El otro soltó una carcajada.

–  Así me aseguro de que no acabo convertido en piedra. – se burló Bauman, empezando a golpearla sin piedad. – Ahora empieza lo divertido.

Alec observaba impotente como el cazador le daba la paliza de su vida a su compañera. Forcejeó con las esposas, pero la arpía le golpeó haciéndole caer.

–  ¡Quédate quieto y disfruta del espectáculo! Vas a ser el siguiente.

El chico gruñó y alzó la mirada para ver que el cazador estaba dispuesto a acabar con su amiga. Dolph tenia una de sus dagas en la mano, alzándola peligrosamente contra la chica.

–  Por fin voy a librarme de ti, engendro.

–  ¡No!

Cuando el cuchillo estaba a punto de tocar la carne de la chica, alguien pasó a toda velocidad y empujó al cazador, alejándolo de su víctima. Ambar, que era quien había empujado a Dolph, aprovechó que estaba aturdido para atacar a la arpía. Lilith saltó hacia ella para atacarla.

Antes de que la criatura pudiera emitir ningún sonido, la loba le rasgó la garganta con las garras, dejándola, desangrándose en el suelo. Luego se dirigió hacia Bauman, al que cogió del cuello y lo arrastró hacia la gorgona que se había sentado en el suelo.

–  Nosotras vamos a librarnos de ti, por fin. Abre los ojos, Astrid. – ordenó la loba.

Astrid obedeció con gran esfuerzo, ya que le seguían doliendo a causa del líquido. Sin embargo y a pesar del dolor, la gorgona sonrió al ver a su enemigo frente a ella.

O mas bien, intuirlo, porque seguía viendo borroso todo. Borroso y oscuro. Pero no importó. Él estaba ahí, era todo lo que necesitaba. Concentró todo su poder y escuchó con satisfacción como se iba convirtiendo en piedra.

Dejó la cabeza para el final, permitiéndole verla y escucharla por ultima vez. Era una muerte más dulce de lo que tenia pensado para él pero no estaba en posición de ponerse exquisita con el tema.

–  Esto es por mis padres y hermanas, desgraciado. Ya no volverás a hacer daño a nadie más.

Cuando ya estuvo convertido completamente en piedra, Ambar lo redujo a polvo de un puñetazo. No era tan satisfactorio como si lo hubiera matado ella pero al menos su familia estaba vengada y ella ahora podría volver a su vida y sus estudios.

–  Gracias. – la loba se encogió de hombros, ayudándola a levantarse.

–  Matarlo no iba a devolverme a mi familia, igualmente. Nada lo hará. Pero me sentiré más tranquila ahora que sé que no está.

–  Tienes razón. Y sienta tan bien…

–  ¡Ey! ¿Podéis alguna de las dos quitarme estas esposas? – chilló Alec. Ambar rio y se acercó hasta él, rompiendo la cadena de las esposas, liberándolo. – ¡Gracias! ¡Ya era hora!

El chico se acercó rápidamente a su compañera, que seguía sentada en el suelo e intentó ignorar los cascotes de piedra que antes fueran Bauman para agacharse a su lado.

–  ¿Estas bien? – le preguntó, observándola detenidamente. Tenía varios golpes en el rostro que ya empezaban a oscurecerse. No quería imaginar como estaría el resto del cuerpo. – Te ha dado una buena zurra.

–  ¡Ah, eso no ha sido nada! Dolerá un rato y mañana estaré bien. – Astrid hizo un gesto, restando importancia al asunto y se puso en pie con la ayuda del chico.

–  Vamos, iremos al motel y te compraré todos los perritos calientes del barrio para que te recuperes. – Ambar y Alec empezaron a andar, dirigiéndose a la salida pero se detuvieron a los pocos pasos al ver que Astrid no les seguía. – ¿Qué pasa? ¿No quieres volver al motel?

–  Si, eso estará bien… solo hay un problemita…

–  ¿Cuál?

–  Vas a tener que ayudarme a llegar allí porque no puedo ver nada.

El chico sintió un escalofrío recorriéndole de pies a cabeza. No estaba insinuando lo que él creía que estaba insinuando, ¿verdad?

–  ¿Cómo que no puedes ver?

–  No sé que tenia lo que me ha echado Bauman en los ojos pero no puedo ver. He perdido la vista.

 


¡Y se acabó por ahora! A ver si después del verano os puedo traer alguna aventura más de Astrid o no. Quizás la jubile.

¡Feliz verano!

 

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Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 7.

Relato: Luna llena en Memphis.

Capítulo 7.

luna

–  ¡Esto es culpa mía! ¡Si le pasa algo…!

Ambar le dio un apretón reconfortante en el hombro sin dejar de mirar su Tablet. Entendía el miedo y la culpa de la otra mujer pero no podían permitirse perder el tiempo autocompadeciéndose.

No, si querían encontrar con vida a su compañero.

–  No creo que le mate. Lo está usando de escudo para detenerte, está claro. Tenemos que averiguar por qué necesita que estés lejos de él.

–  ¿A parte de para que no le mate?

–  A parte de eso, sí. Con salir de la ciudad tendría suficiente. ¿Por qué usarle a él de parapeto? No es su modo de actuar. Él no pierde el tiempo con esa clase de tonterías.

Lamentablemente, Astrid debía darle la razón. Bauman no era conocido por usar esa clase de trucos. Era más de atacar directamente. Estaba claro que trataba de desviar la atención de otra cosa. Probablemente, del trabajo que estaba haciendo allí.

–  Pues si… ¿Qué estás haciendo?

–  Usar una aplicación para encontrar mi móvil.

–  ¿El chico está en manos de un psicópata peligroso y una arpía y tú te pones a buscar tu móvil? – no sabía si estaba más sorprendida o indignada. La loba le dirigió una mirada de condescendencia.

–  El móvil estaba en el coche. Tú sabes, ese coche que se llevaron con el chico. – Astrid notó como le ardía el rostro de la vergüenza.

–  Sigue buscando. – gruñó.

Ambar sonrió y siguió mirando la pantalla de su Tablet. A los pocos minutos la aplicación le mostraba una ubicación en el mapa donde, aparentemente, estaría el coche y, en su interior, el teléfono móvil que afortunadamente no cogió cuando decidieron entrar en el hotel.

Con suerte, el chico no estaría muy lejos del vehículo, o eso esperaba.

Resultó que el coche estaba aparcado en los alrededores de las instalaciones de un Motel 8 que parecía haber vivido mejores años. Ambas mujeres se acercaron al coche que, como imaginaron, se encontraba vacío. El motor estaba helado, lo que indicaba que llevaba un buen rato ahí parado.

Astrid rebuscó entre las cosas del interior, por si encontraba alguna pista mientras la loba cogía su mochila con su teléfono dentro.

–  Voy a preguntar en la recepción del motel, por si han visto algo. – anunció Ambar. – Aunque no creo que estén por aquí. Lo siento.

–  No… lo encontraré. – afirmó la gorgona. – No va a poder esconderse de mi para siempre.

Cuando Ambar se fue y la dejó sola, Astrid bajó la visera del piloto, encontrando un papel doblado y enganchado a ella. Al levantar la mano del volante, pudo ver la flecha dibujada con rotulador que apuntaba hacia arriba, lo que le dio la pista.

Al abrir el papel y leer su contenido la rabia y preocupación que sentía se intensificó. Sin esperar a que la loba regresara, arrancó el coche y salió a toda velocidad del aparcamiento.

«Si quieres recuperar a tu amigo ven a la dirección que te indico, sola. Voy a terminar lo que empecé el día que acabé con tus monstruosa familia, engendro.»


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Resumen semanal: tercera semana de julio.

Resumen semanal: del 15 al 19 de julio.

resumen

 

Lunes.

Esta semana te cuento sobre Regreso al futuro, la película que influyó en la ciencia ficción y como planteamos los viajes en el tiempo.

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Jueves.

¡Capítulo 6 del relato Luna llena en Memphis! La trama se complica mientras los protagonistas se reorganizan y buscan a su enemigo.

¿Qué pasará?

 

Viernes.

¡Por fin es viernes! Se acaba la semana y al fin hay tiempo para leer y ponerse al día. ¿Y qué mejor que leerte los relatos que te ofrezco en mi Patreon?

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Relato: Luna llena en Memphis. Capítulo 6.

Relato: Luna llena en Memphis.

Capítulo 6.

luna

 

–  ¿Una arpía?

–  Tal como oyes, chico. Esa criatura puede romperte los tímpanos con uno solo de sus gritos.

Ambar aún se frotaba los oídos, dolorida.

–  No hace falta que lo jures. – gruñó.

Habían conseguido huir del motel y coger el coche y no pararon hasta que estuvieron seguros de no les estaban siguiendo. Se escondieron en un parque local, lo bastante alejado del centro como para no estar abarrotado pero aun lleno de familias.

Astrid no tardó en acercarse a un puesto de perritos a comprar su tercer desayuno. A veces parecía un hobbit. Ambar la siguió y las dos mujeres dejaron al vendedor muy sorprendido, con varios dólares de más y media docena de perritos y pretzel menos.

–  ¿No me has comprado nada? – bromeó el chico al ver aparecer a su amiga cargada de comida. Esta le dirigió una mirada torcida pero le ofreció uno de sus perritos con mostaza y cebolla. – ¡Gracias! ¿Y como nos deshacemos de la arpía?

–  No te voy a mentir. Lo tenemos complicado.

–  A parte de la voz, es muy fuerte. – añadió Ambar. – Nos va a costar detenerla si va detrás de nosotros, como parece. Y no tienen puntos débiles.

– ¿Puntos débiles?

– Como por ejemplo… a ella… – Astrid señaló a Ambar. – …le afecta la plata. No tanto como cuentan las leyendas, pero si lo suficiente como para provocarle quemaduras y dolor. – el chico asintió, entendiendo.

– Pero las arpías no tienen nada que las debilite.

–  Nop.

–  ¿Y las armas normales? Digo… las balas le harán algo, ¿verdad? – preguntó, acabando su comida.

–  Si y no. Le harán daño, claro. Pero no tanto como quisieras. Vas a necesitar tener muy buena puntería o meterle más de una en el cuerpo para detenerla.

–  Que bien.

Alec las observó comer en silencio. Su vida había dado un giro radical desde que acabara metido en todo ese lio pero no lo cambiaria por nada. Jamás se arrepentiría de haberse enterado de todo lo que se escondía a plena vista (la Comunidad, la magia, La Orden) y, desde luego, seguía queriendo ayudar a Astrid en su venganza. Sobre todo porque no quería dejarla sola. La conocía desde hacía poco pero la veía tan obsesionada que temía que la venganza acabara consumiéndola.

–  Está claro que la ha debido enviar Bauman. Si conseguimos averiguar de donde ha salido la arpía, podríamos encontrar a ese desgraciado.

–  ¡Me gusta como piensas! Un humano es fácil de esconder. ¿Una arpía? No tanto. ¡Vamos!

Resultó ser más fácil de lo que pensaron en un primer momento. No vivían arpías en Memphis y la llegada de una no pasó desapercibida para la Comunidad. La arpía en cuestión se llamaba Lilith Red y era originaria de Las Vegas. La Comunidad perdió contacto con ella tres años atrás en los que se presumía que empezó a trabajar para La Orden.

Ahora esas sospechas se habían confirmado.

La gente a la que preguntaron también les indicó dónde se estaba alojando. Un lujoso hotel en el centro. Nada discreto, pensó Astrid con amargura, pero era lo normal cuando se trataba de Bauman. Ese hombre nunca se escondía, realmente.

–  Alec, tú espera en el coche y vigila que no se escape nadie. – soltó la gorgona, para asombro del chico. – Nosotras vamos a entrar.

–  No estoy nada de acuerdo con ese plan.

–  Lastima que esto no sea una democracia. – se burló Astrid, saliendo del coche y dejando atrás a un enfurruñado Alec.

Las dos mujeres desaparecieron en el interior del hotel. Alec las vio marcharse desde el asiento del conductor, molesto.

Entendía que ellas fueran primero, ya que eran mucho más fuertes pero le dolía que le hubieran dejado atrás. Había sido policía y podía manejar una situación así.

Sin embargo, ahí estaba. Dejado atrás como una colilla.

–  Pues no pienso volver a comprarle un pretzel. – refunfuñó.

–  ¡Oh! ¿No es adorable? – la voz le pilló tan de sorpresa que saltó en el asiento y se golpeó la cabeza contra el techo del coche.

Al girarse se le heló la sangre en las venas. Sentado tras él y con una pistola apuntándole a la cabeza estaba Dolph Bauman.

¿Qué hacía ahí? ¿Cómo había llegado al coche?

–  ¿Qué cojones?

–  Veras, he visto que tu amiguita ha decidido entrar a buscarme, así que he salido porque me gusta no ser de piedra y seguir vivo. Pero para evitar que trate de seguir intentando matarme, voy a llevarte conmigo y usarte como escudo. ¿Qué te parece? – Alec tragó en seco. Estaba muy jodido.

–  Que no me gusta la idea.

–  Una lastima. ¿Lilith? – la arpía apareció de repente y abrió su puerta, empujándole al asiento del copiloto mientras ella se sentaba tras el volante. – Vamos a dar un paseo con el chico, gorrioncito.

–  Si, señor.


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Resumen semanal: segunda semana de julio

Resumen semanal: del 8 al 12 de julio.

 

resumen

 

Lunes.

Esta semana te hablo sobre la Ruta 666 y su leyenda urbana, muy conocida en Estados Unidos. ¿Qué sucesos sobrenaturales suceden en la misteriosa autopista? ¡Ven a averiguarlo!

 

Jueves.

¡Nuevo capítulo del relato Luna llena en Memphis! En este capítulo, nuestros protagonistas tendrán nuevos problemas y nuevos adversarios.

 

Viernes.

¡Por fin es viernes!

¡Feliz viernes y buen finde a todos!

Por cierto, el blog cerrara por vacaciones en agosto. Necesitamos un descanso para recopilar más post y más ideas.

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