Lobos: un nuevo relato

Lobos: un nuevo relato.

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Pues como no tengo mucho que poner aún de la nueva novela (espero que pronto si tenga algo) pues te voy a dejar otro relatito con los protagonistas de la novela. Un cuqui-porno más cuqui que otra cosa, porque porno poco. Pero está bonito.

¡Disfrútalo!


– ¡Jooooooooooon!

Jonathan escuchó a su pareja llamarle antes de abrir la puerta del apartamento y gimió interiormente. Colby solo hacía eso cuando estaba borracho. Muy borracho.

Efectivamente, al abrirse la puerta del apartamento, Jon vio a un muy intoxicado Colby siendo sujetado y arrastrado por su otro hermano, Joseph. El rubio alzó una ceja al verlos y el mayor le sonrió, intentando no caer con su carga.

– Lo siento. Cuando me di cuenta, ya era tarde. – se excusó el mayor.

– En serio… una sola vez que no os acompaño a la reunión y se te emborracha.

La razón por la que Jon no los había acompañado a la reunión de la manada era porque se torció el tobillo la tarde anterior. Lo tenía hinchado y le dolía, así que decidió saltarse la reunión, dejando que Colby fuera con Joseph.

El problema era que en esas reuniones los alfas mayores tenían una preocupante tendencia por beber y hacer beber a todo el mundo. No era ni la primera ni la última vez que alguno de los tres acababa en semejante estado, pero Colby era el más propenso ya que no soportaba bien el alcohol.

Con un suspiro resignado, Jon se preparó para un Colby borracho. Y un Colby borracho era un lobo excesivamente empalagoso, cariñoso y emotivo.

Iba a ser una noche muy larga.

– Siéntalo aquí. – le pidió a su hermano, palmeando el sitio libre en el sofá a su lado. – No hay manera de que pueda llevarlo a la cama luego y ahora seria contraproducente. Seguro que acabará vomitando.

– Lo siento. ¿Quieres que me quede? Por si necesitas ayuda.

– Nah, ya lo manejaré. ¿Podrías traer la manta roja que hay sobre la cama? Creo que vamos a dormir aquí esta noche.

Joseph asintió y no tardó en llevarle la manta que le había pedido. Jon la colocó a su lado, mientras Colby ya empezaba a acurrucarse y a hacerle carantoñas.

– Si necesitas algo, llámame. ¿Vale?

– Estaremos bien. El tobillo ya me duele menos.

– Igualmente, no intentes moverlo esta noche.

– Dependerá de si aquí Casanova aguanta y no vomita. – rio.

Cuando el mayor se hubo marchado, Jon se giró en el sofá, hacia su pareja, quien prácticamente intentaba escalar a su regazo, hociqueando en su cuello y rodeándole la cintura con sus brazos de manera torpe.

Colby rozaba su mejilla contra la de Jon, besándole en el cuello y apretándose contra su cuerpo. El rubio bufó una risotada, rodeando la cintura del otro con su brazo para detenerle de seguir aplastándole.

– ¡Joooooooooooon! – gimió Colby, tan fuerte y tan cerca de su oído que el aludido hizo una mueca de dolor.

– Col, cariño, estoy aquí. No hace falta que grites. ¿Por qué has bebido si sabes que te sienta fatal? – el otro frunció el ceño, poniéndose bizco y haciéndole reír.

– Porque así no los escuchaba hablar. Y así no me hablaban.

Jon hizo una mueca, triste por su pareja. A pesar de que la mayoría de la manada había pasado página y perdonado lo hecho por Colby, pero aun quedaban miembros que seguían recelando de él.

Era algo comprensible y Colby lo entendía. Habitualmente, no solían decir o hacer nada si Jon estaba allí, pero, claro… esa noche no pudo ir y su pareja se sintió vulnerable y expuesto ante esos lobos.

Con un suspiro, le acarició la mejilla y alzó su rostro para darle un suave beso.

– No era la solución más inteligente.

– Pro… probl… puede. – tartamudeó, haciéndole sonreír al notar como se trababa al hablar.

– Y no puedes seguir escuchando a esa gente. Acabaran por aceptar que estás de vuelta, pero no debes hacerles caso cuando hablen tontería. No saben una mierda. No tienen idea de lo que has pasado y hecho para ayudar.

– Pero si saben lo que hice. – musitó el pequeño, en voz baja.

– Conocen una parte. Y la otra, la que no saben, compensa la primera con creces.

Colby se acurrucó con él en el sofá, escondiendo el rostro en el cuello de Jon y suspirando feliz cuando su pareja les tapó con la manta, abrazándole para evitar que cayera al suelo.

Pasaron unos minutos en silencio. Jon pensaba que su pareja se había dormido cuando este le sorprendió, volviendo a hablar.

– ¿Jon?

– Dime.

– ¿Me sigues queriendo? – Jon soltó una risita, acariciándole el cabello.

– A ver… vivimos juntos, estamos emparejados, estoy aguantando tus noventa borrachos kilos aplastándome en el sofá a pesar de tener un tobillo echo polvo… yo creo que algo te quiero. – rio.

– Pero ¿me sigues queriendo como antes?

Jon volvió a cogerle del rostro para besarle y luego le obligó a mirarle mientras le contestaba.

– No. – Colby le dirigió una mirada sorprendida y dolida. – No puedo quererte como antes. Somos varios años más viejos, hemos cometido un montón de errores y hecho algunas cosas bien. No te quiero como antes, te quiero más.

Eso pareció calmar a su pareja, quien le dedicó una enorme sonrisa y se volvió a acomodar en su pecho y no tardó en quedarse dormido, el alcohol acabando con él por fin.

Jon suspiró, apuntando mentalmente que debía llamar a su hermano por la mañana para preguntar si había ocurrido algo en específico en la reunión y para comunicar a su padre de que Colby no iba a ir a más reuniones sin él.

No pensaba permitir que nadie más hiciera dudar a su pareja de lo mucho que le quería.


¿Qué te ha parecido?

Espero que te haya gustado. Recuerda que Lobos sale a la venta en Amazon el día 28 de este mes.

¡No te la pierdas!

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