Relato: Peripecias escritoriles. Capítulo 2.

Peripecias escritoriles. Capítulo 2.

 

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Llega otro día, otra noche y ¡milagro!

Aun no es hora de dormir y está todo hecho.

El chucho saltarín ha salido y comido. La comida de mañana está lista y en el tupper y la escritora que no cobra por ello está cenada, duchada y con el pijama puesto.

¡Y aun queda un ratito para dormir!

Pues nada, a trabajar se ha dicho.

La escritora que no cobra por ello coge su portátil, lo enciende y abre un documento Word, lista para ponerse a escribir algo.

¿El qué? Se pregunta.

Necesita adelantar post del blog para cuando si que no tenga tiempo, adelantar relatos y acabar el borrador ese que no acaba por falta de tiempo.

Hay que decidir que hacer porque todo no puede ser. No en tan poco rato.

Tomar una decisión tan complicada (todo corre prisa) le lleva cinco minutos bien largos. El chucho saltarín bosteza sonoramente cuando por fin decide hacer un post.

Necesita adelantar un par de meses de trabajo en el blog para estar tranquila y saber que no va a faltar a su post semanal.

Así que se pone cómoda y…

Salta un aviso de su Twitter. Alguien ha hecho un Retuit a algo que posteó a lo largo del día. Curiosa, va a mirar quien y a qué.

Nada del otro mundo. Alguien que no la sigue ha retuiteado un tuit de dos meses de antigüedad y que no lleva a su blog.

Una perdida de tiempo.

¿Por qué la gente siempre presta atención a los tuits que no sirven de nada?

Suspirando, vuelve su atención a la pantalla del portátil.

El post va a ir de…

El sonido de la llegada de un email la hace saltar del asiento.

¿En serio? ¿Ahora? ¿Quién manda mails a esas horas?

La escritora que no cobra por ello y que es protagonista de esta historia baja el procesador de textos y mira su correo electrónico.

No era nada interesante. Solo otro anuncio sobre ofertas de sujetadores que, sinceramente, no sabe como ha escapado del filtro de spam.

Gruñendo ya, vuelve a subir el procesador de textos.

¿Por donde iba? ¡Ah, sí!

El post va a ir sobre los métodos para…

“¡Nuevo tráiler de Avengers: Endgame!”

¿Uh? ¿Tráiler nuevo? ¿Justamente ahora?

Son los Vengadores… ¿Cómo no verlo?

Durante nueve felices minutos (tres del tráiler y dos repeticiones porque esas cosas hay que verlas al menos tres veces seguidas para pillarlo todo en el momento) todo fue video, YouTube y muchas maldiciones en varios idiomas porque quedan más de cinco meses para que la película se estrene.

Vuelve a subir el procesador de textos.

¿De que iba a escribir? Métodos para concentrarse.

¡Ja!

Los mejores métodos para concentrarse escribiendo son…

“¡Su escarbato está listo para comer! ¡Ven y aliméntalo!”

“Pues vaya momento ha elegido el escarbato para tener hambre, leñe.” Gruñe la escritora que no cobra por ello mientras coge su móvil y abre la aplicación del juego para alimentar al escarbato.

De dar de comer al escarbato se pasa a mirar el periódico, de ahí a mirar Twitter, Facebook, las estadísticas de WordPress, la página de noticias de lucha libre y la de cotilleos del cine.

Y dan las doce de la noche.

Hora de dormir.

¡Mierda!


 

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