Relato: Dioses y demonios. Capítulo 9.
– ¿Estás seguro de querer hacer esto?
– No… pero tampoco me han dejado más opción.
Zeus observó como Hades convocaba su poder para activar un espejo mágico con el que iban a invocar al demonio. Al no saber el nombre del demonio, la invocación era imposible para un mortal, pero no para el señor del Inframundo.
Hades conocía todos los demonios existentes y tenía a su disposición artilugios para invocarlos, atraparlos o lo que necesitara en ese momento.
El dios de la muerte empezó a recitar un antiguo ritual y el espejo se volvió negro. Al acabar el hechizo, unos ojos rojos aparecieron en el cristal del espejo.
– ¿Quién me invoca? – los ojos se clavaron en Zeus y un gruñido resonó, haciendo temblar el espejo. – ¡Tu!
– Si, yo. Tenemos que hablar.
– ¡No voy a permitir que vuelvan a encerrarme! – gritó el demonio, haciendo temblar no solo el espejo, si no toda la sala donde se encontraban los dos dioses. Zeus rodó los ojos, molesto.
– No tengo intención de encerrarte. No me importa ni interesa tu existencia, siempre y cuando no intervengas mientras estoy con Finn. Y, siempre y cuando, no le hagas daño.
El demonio rio. Una risa cruel y estridente.
– Jamás podría herirle. Si a él le ocurre algo, yo desaparezco.
– Entonces ambos queremos mantenerle a salvo.
– No lo estará contigo. En algún momento, tu pasado y tú le haréis daño.
– No voy a permitir que eso pase.
– No vas a poder evitarlo. Los humanos dicen que la gente no cambia… y tienen razón. La gente no cambia. Y los dioses, menos.
Hades, quien hasta ese momento había permanecido en silencio, carraspeó, luciendo ligeramente incomodo con esa conversación.
– Siento interrumpir esta interesante conversación pero tengo planes con mi esposa en una hora y preferiría que no me pillara invocando demonios cuando estoy en mis vacaciones. Entiendo y comparto tus dudas, demonio. — añadió, dirigiéndose directamente al espejo, ganándose un bufido de indignación de Zeus. — Pero la palabra de un dios aun vale. Si él compromete su palabra, está obligado a cumplir. — el otro dios asintió.
– Te doy mi palabra de que no voy a permitir que nadie ni nada haga daño a Finn, ni a ti.
Los ojos del demonio brillaron antes de desaparecer del espejo sin dar una respuesta. Ambos dioses intercambiaron una mirada, soltando un suspiro.
– Bueno… no ha ido tan mal.
En otra parte de la ciudad, Finn descansaba en su apartamento, esperando la hora adecuada para hacer una llamada internacional. Cuando comprobó que ya era de día en Irlanda, su tierra natal, cogió su móvil y marcó el numero de la persona con la que quería hablar.
Tenia preguntas que solo encontrarían respuesta al otro lado del planeta.
– ¿Abuelo? Necesito hablar contigo.
2 comentarios en “Relato: Dioses y demonios. Capítulo 9.”