La librería El Pergamino. El legado Kelly.

La librería El Pergamino. El legado Kelly.

librería

Cuando creé a Aidan para que fuera el protector de la zona neutral, pensé primero en no ponerle un negocio. La idea original iba con que fuera esa fuerza que mantenía la zona neutral en toda la ciudad y ya.

Pero, claro… luego pensé… ¿Y si alguien quiere consultar algo? ¿Y si vienen visitas y no saben las fronteras? No todas las ciudades van a estar distribuidas igual.

Además, una zona neutral necesitaría poder. Mucho más de lo que podría darle una sola persona.

Y ahí acabó naciendo la librería.

¿Por qué una librería?

O sea… pregunta ridícula. ¿Por qué va a ser?

¡Escritora here!

Y da gracias que aun no he hecho publicidad descarada de mis novelas en esa librería XD Tiempo al tiempo…

A lo que iba…

La librería se creó para que sirviera de amplificador y canalizador de los poderes de Aidan. El nombre fue algo más simple, eso si.

Fue lo único que se me ocurrió que no apestara…

En cuanto a que sus poderes y la librería fueran una herencia familiar, era lo más lógico. Esa clase de responsabilidad no podía darse a cualquiera.

Si es una cuestión de herencia, se crece con esa responsabilidad y se sabe manejar mejor. En teoría.

Aidan no iba a ser el encargado de esa responsabilidad tan pronto. Debía ser su padre el que tomara su lugar, cuando su abuelo enfermó de alzhéimer. Pero el Katrina, aquel huracán tan horrendo que casi borró del mapa a Nueva Orleans, se llevó a los padres del chico, dejándole huérfano.

Tuvo que trasladarse a Chicago, con sus abuelos paternos y aprender a conocer y usar su herencia antes de tiempo. Y, cuando su abuelo fue diagnosticado con la enfermedad, se vieron obligados los dos a apresurar las cosas.

Los que habéis tratado con esta enfermedad sabéis como funciona. La gente que no ha vivido de cerca esto cree que se limita a hacer que una persona olvide. Lamentablemente, no es tan simple. No borra recuerdos.

Borra a la persona.

Hace unos años, poco antes de terminar con Jack T.R. y sacarla, diagnosticaron a mi padre con esa enfermedad. Esa es la razón por la que la mencioné en la novela. Normalmente, casi todo lo que menciono tiene una razón y eso no iba a ser la excepción.

Cuando trato de explicarle a alguien ajeno como es esa enfermedad en realidad, la describo con un símil que creo que es fácil de entender hoy en día.

El alzhéimer es como un troyano, el virus. Nosotros somos el ordenador infectado.

Cuando un troyano (a todos se nos ha colado uno alguna vez…) infecta el ordenador, empieza a borrar los .exe de todos los programas instalados. Empieza con cosas pequeñas, programas que no sueles usar o que usas poco. Olvidas unas fechas, un nombre, si te has dejado las llaves y cosas así.

Luego va ascendiendo a programas más usados y ya empiezas a mosquearte. Nombres y personas empiezan a ser confundidas y las líneas temporales se difuminan.

Y llega el momento en que va a por el exe de Windows y, un día, el ordenador no enciende porque ya no tiene sistema operativo. Dejas de responder y de moverte por ti mismo, porque tu cerebro ya no envía ordenes ni para lo más simple, como tragar.

La enfermedad es dura para quien la sufre. Pero lo es más para quien es testigo de ese deterioro. Ver como una persona a la que aprecias desaparece es muy duro.

Y es dolorosamente lento.

Que el abuelo de Aidan sufriera eso no fue casualidad. Me parecía la manera más justificable de que no estuviera al mando de la librería y que Aidan aceptara su herencia. Creo que no lo habría hecho si no se sintiera como una mierda por su abuelo.

Debes entender esto. Aidan no quería eso. No deseaba sus poderes y no quería su herencia. Su padre se alejó de todo eso y él creía que podría hacer lo mismo. Pero la enfermedad de su abuelo le hizo renunciar a sus sueños e ideas. Renunció a su relación con Zack, que en ese momento estaba bastante avanzada y a sus planes de vivir juntos.

Si su abuelo hubiera muerto, nadie le obligaría a nada. Pero ver a su abuelo desesperarse por proteger su legado, su trabajo y ser testigo de como iba perdiéndose…

Eso era muy diferente.

Cuando los escritores decimos que ponemos un poquito (mucho) de nuestra alma en cada historia, en cada personaje, en cada dialogo… es bastante cierto.

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