¡Nuevo capítulo!
Vamos a ver que más averigua Charles en sus primeros días en La Orden…

Charles cerró molesto y frustrado la última carpeta, dejándola caer en el suelo junto con otras, formando un pequeño montón.
Eran informes sobre viejos casos de La Orden, todos situados a finales del siglo XIX y en Inglaterra. Más o menos por la misma década en que Jack empezó a asesinar.
Pero ninguno decía lo que le interesaba.
¿Qué relación tenia Campbless con él?
Registrando las dos bibliotecas y colándose en un par de despachos en los que no debería ni asomarse había encontrado cinco informes sobre casos similares al de Jack.
Pero solo eso. Similares.
El verdadero informe sobre Jack no estaba a mano de cualquiera. Le habían dicho, y bien claro, que no tenía ni autoridad ni rango para acceder a esa clase de archivos.
Eran clasificados y solo disponibles a altos mandos.
¡Él había luchado con ese maldito demonio! ¡Lo envió de vuelta al Infierno!
¡Tenía derecho a leer ese informe!
Gruñendo, recogió las carpetas y se dirigió hacia la biblioteca para devolverlas. No quería que le hicieran preguntas molestas antes de poder encontrar lo que quería.
- ¡Eh, novato!
Charles se giró y vio a Jim acercarse a paso ligero hacia él.
Jim le había pillado varias veces leyendo cosas que no debería, pero jamás le decía nada ni le acusaba. Parecía entender su necesidad de saber y a él le caía bien. Era un tipo normal, dentro de lo que se podía considerar normal en ese lugar.
- ¡Te estaba buscando! – el ex policía arqueó una ceja, extrañado.
-
¿A mí?
-
Eres de Chicago, ¿verdad?
-
Si… – respondió con cautela.
-
¿Conoces una librería llamada El pergamino? – ¿eso era una pregunta con trampa? Estaba seguro de que todos habrían leído sus informes policiales y como mencionaba la librería y el interrogatorio. Pero la mirada de Jim no le daba opción a no responder.
-
La conozco.
-
Entonces esto te interesa.
El cazador le entregó una carpeta, bastante usada y estropeada, quitándole las otras que traía, las cuales metió en un bolsillo interior de su chaqueta.
Charles la abrió y se quedó helado al ver lo que contenía.
Todo un informe completo con nombres, familia, direcciones, teléfonos… todo lo imaginable sobre Aidan y su librería.
Incluyendo su verdadero origen.
Después de enterarse de que Rolf era un vampiro, sospechaba que Aidan también pertenecía a la comunidad mágica. Ese informe lo confirmaba.
- Descendientes de las hadas… ¡quien me lo iba a decir! – murmuró revisando el informe mientras entraba en su habitación. – Ahora entiendo porque estaba siempre a la defensiva…
La Orden llevaba años siguiéndole la pista a la familia del chico, leyó sentándose en una silla. Generaciones completas desde que se mudaran de Gran Bretaña a Estados Unidos, siglos antes.
Una nota en un lateral de una de las hojas más antiguas del montón llamó su atención. Era una anotación apresurada escrita con tinta. Algo que el autor parecía pensar que debía recordar después.
- “Todas las personas con poderes de cualquier clase (visiones, premoniciones, telequinesia, etc.…) son descendientes de alguna criatura de la comunidad mágica.” – leyó. – ¿Qué demonios? ¿Todo el que tenga poderes?
Se levantó de la silla donde se había sentado solo para dejarse caer en su cama.
¿Qué quería decir eso? ¿Todo el que tenía poderes? ¿Eso incluía sus sueños? ¿Era él un descendiente de una criatura mágica? ¿Fue por eso por lo que no podía encontrar nada de Campbless?
- Necesito respuestas…
¿Te va gustando?
¡Espero que sí!
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