¡Empiezan mis vacaciones!
¿A qué mola? XD
Pues sí, estoy oficialmente de vacaciones del trabajo que me da dinero.
Del otro, no tanto.
Vamos, que de escribir no cojo tantas vacaciones XD
Eso sí, esta semana estaré fuera desde el jueves al martes siguiente de convención en Roma. ¡Volvemos a la Jib!
Ya os enseñare la foto que me haga con Jensen y Misha y mi libro.
Así que ya sabéis, el viernes no podré hacer los #FF de costumbre. Mientras, portaos bien.
En otras noticias igualmente excitantes, ¡ya he terminado el segundo repaso!
¿No es genial?
Ya va quedando menos.
También tenemos, por fin, un titulo decente para la futura novela.
El amanecer del berserker.
Aquí os dejo a los protas, para que les conozcáis.
Paul y Alger.
Guapos, ¿eh?
Y os dejo, también, un cortito para que conozcáis un poco a Paul.
¡Disfrutadlo!
Paul nunca había sido una persona con iniciativa.
No era un líder ni un luchador ni nada por el estilo. Rehuía las confrontaciones como a la peste y detestaba las discusiones.
No era para nada un guerrero.
Todo el mundo había hecho siempre con él lo que quería.
Desde su padre, que le obligó a estudiar económicas e insistió para que trabajara en la oficina donde se encontraba.
Lea, que también le cambió a su gusto. Su ropa, su pelo, sus gafas… todo era escogido por ella.
En su trabajo sus compañeros se aprovechaban de él, dándole todo el trabajo sucio y extra que nadie quería hacer.
Su jefe le obligaba a trabajar en los fines de semana y luego no se lo compensaba y se llevaba el merito.
Toda su vida la gente se aprovechó de su debilidad de carácter.
Por eso no entendía…
– ¿Alger? – el puma alzó la cabeza, con la mirada somnolienta. Habían estado todo el día trabajando en la granja y decidieron descansar un rato sentándose en el granero.
– ¿Uhm?
– Cuando dijiste que era digno… mentías, ¿verdad?
El espíritu le miró entre confundido y ofendido. Nunca jamás en su larga vida alguien había osado llamarle embustero.
– ¡Yo no miento nunca! – rugió. Paul siguió observándole sin comprender.
– Pero dijiste que los tuyos solo podían unirse a guerreros dignos. Yo no soy un guerrero. – Alger volvió a dejar caer su cabeza en la paja.
– Para ser digno hay que tener un corazón puro, un alma noble y ser un valiente guerrero. Tú cumples todas las condiciones. – sentenció.
– No – negó el chico con la cabeza. – No soy valiente. Para nada.
– Bajaste a un sótano derruido solo porque me escuchaste pedir ayuda, chico. Si eso no es valor y buen corazón, es que no sé nada.
– Pero… – el puma bufó, frustrado. Se incorporó y sacudió su pelaje antes de sentarse frente al humano.
– Créeme cuando te digo que si eres un guerrero. A pesar de todo lo que has pasado hasta ahora, no te has acobardado. – Paul parecía a punto de protestar, así que Alger le puso una zarpa sobre la pierna, interrumpiéndole. – Ser un guerrero no se trata siempre de ser físicamente fuerte o ganar peleas. Hay otras batallas más complicadas en las que las únicas armas son tu carácter y el terreno de pelea es tu propia mente. Y esas batallas las pierden hasta los más fuertes. – el espíritu se levantó y frotó su cabeza con cuidado contra la mejilla del chico, como si fuera un gato casero gigante. – Se a quien elegí, chico. Y fue justo lo que buscaba para ser un buen berserker.
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Disfruta de Roma!!!
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Gracias!!
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